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Actualizado: 19 de junio de 2025


Señó: paece mentira que mi tío se porte tan mal con los suyos, siendo un cañí. ¡Con tanto que le quería el probé de mi pare!...

El señor estaba orgulloso de que le quisiera una hembra de esa clase, y padece en su orgullito al ver que le dejan. ¡Ay, qué asco le tengo! Ya no es mi marío: me paece otro. Apenas nos hablamos, como no sea pa reñí. Lo mismo que si no nos conociéramos. Yo estoy sola arriba y él duerme abajo, en una pieza der patio. No nos juntaremos más, ¡lo juro!

Paece que tengo toa la mar metida en ellos; y á más á más, se me ha saltao el botón de la cintura. ¡Arríelos, puño! ¡Tiña, que no puedo! ¿Por qué? Porque esta mañana se me rompió la cinta del escapulario, y le guardé en la faldriquera. ¿Y qué? Que si arrío los calzones, se va á pique con ellos la Virgen del Carmen . ¿Y qué que se vaya, hombre, si no es más que la estampa de ella?

¡Es mi marido! Carola, fingiendo tremenda ira, comenzó a gritar: ¿Marido? Embustera, vieja, estantigua, si lo que paece usted es la estampa de las cuarenta horas. Y vuelto el rostro hacia dentro, añadió: Quintinito, hijo, mono, sal y pega un empellón a esta fiera.

Yo la he dao aguardiente cocío con pólvora, que icen que es bueno pa tomar ripunancia á la bebida, y á esta condená paece que le gusta más desde entonces. He gastao en velas pa los Santos Mártiles, á ver si la quitan el vicio, un sentío..., y como si callara.... Ya no qué hacer, tío Tremontorio, si no es matarla, porque es mucho el vicio que tiene.

Como canario en jaula: ahora paece un pardillo o un gorrión, porque está mal vestía; pero si la tuviera un señor, con güena casa y mejor ropa..., ¡vaya una pájara bonita! Por supuesto que tié en la cara una bondad y así unas trazas de muchacha de las que no se echan a perder... ¿Cómo se llama? No me acuerdo bien; pero el nombre no es bonito: creo que es Crisanta, o Cristina, o Críspula.

No muy lejos de ella se promovió una reyerta entre los curiosos y los agentes de orden público, que hizo retroceder y ondular a la muchedumbre. Nosotros sentimos, aunque no muy fuerte, el efecto de esta agitación. El hombre de la capa exclamó: ¡No puedo resistir a estos del orden!... ¡Mire V. qué modo de tratar al pueblo! No paece más que ellos son los que nos dan permiso pa ver el espetáculo!

sírveme bien, y no te importe lo demás. Toma, para ti. La propina fue respetable. Me paece a que me está usted metiendo en un berenjenal. A ver si usted se come el queso y yo pierdo el pan. Yo lo remediaría. Otra cosa. Por lo que pueda ocurrir, es indispensable que me digas dónde vivís.

Yo he servío, muchachos decía; yo he hecho la guerra, y esto que preparáis ahora es lo mismo que una batalla. ¿Dónde tenéis la bandera? ¿Dónde está el general?... Por más que giraba en torno de él su mirada turbia, sólo veía grupos de gentes que parecían abobadas por una espera sin término. ¡Ni general, ni bandera! Malo, malo musitaba Zarandilla. Me paece que me güelvo al cortijo.

Le miraba con sus ojos saltones, limpiándose el sudor de la frente, jadeando, antes de hacer caer sobre Isidro la avalancha de su indignación. Paece mentira, hombre... Y no creas que yo pienso ojetar nada contra el hecho de que y la Feliciana haigáis pactado el amontonaros, en uso de vuestra perfecta autonomía.

Palabra del Dia

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