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Actualizado: 27 de junio de 2025
¡Y la flauta! ¿la flauta? ¿Para qué necesita la flauta? ¿Les va á tocar á los colonos alguna polka para hacerles pagar la renta? exclama la buena señora con desesperación. D.ª Robustiana no conocía la mitología; no estaba por lo tanto enterada de que el tracio Orfeo había llevado á cabo empresas mayores con su lira.
No siempre necesitaban, dioses y gigantes, agarrar las montañas para que cambiaran de sitio, porque obedecían éstas á cualquier seña. Las piedras acudían al sonido de la lira de Orfeo y las montañas se alzaban para oir á Apolo: así nació el Helicón, morada de las musas.
La profetisa Manto le indica el modo de dar con ella: le dice por qué sendas debe bajar al reino sombrío de Plutón, en las más hondas raíces del Olimpo, adonde ya bajó y de donde nunca volvió Orfeo; Fausto con no menos brío que Orfeo, y con mejor fortuna, desciende al Orco en busca de su amada. ACTO III. Aquí se advierte más aún el defecto de la realidad; lo frío de la alegoría.
Lope de Vega le ensalzó dos veces, en sendas epístolas de La Filomena, con otras diversas Rimas, Prosas y Versos : «Aquí de Valdivielso el santo empleo, De Luis Vélez, florido y elocuente, La lira que ya fué del dulce Orfeo.» «...Y el famoso Luis Vélez, que tenía En éxtasis las Musas, que a sus labios Iban por dulce néctar y ambrosía.»
12 Mujer, llora y vencerás, fiesta que se representó á SS. MM., de D. Pedro Calderón. 1 Dicha y desdicha del nombre, de D. Pedro Calderón. 2 Euridice y Orfeo, de D. Antonio Solís. 3 Séneca y Nerón, de D. Pedro Calderón. 4 La paciencia en los trabajos, del Dr. Felipe Godínez. 5 Los Médicis de Florencia, corregida y enmendada, de D. Diego Jiménez de Enciso.
Nepomuceno habló más que solía; él también era pintor, esto es, músico; sí: en la Sociedad Económica había coadyuvado a la creación de la clase de solfeo y piano. ¡Bah, la música!, ya lo creo, es una gran cosa. Domestica las fieras. Ciertamente dijo Bonis encantado. Y refirió a su modo la fábula de Orfeo, que a Emma la cogía de nuevas completamente, y le pareció muy interesante.
Sus cantos hacían que Sebastiana y las otras criadas abandonasen los trabajos en el corral, avanzando lentamente hacia el interior de la casa con la expresión de amansamiento de las bestias subyugadas por la voz y la lira de Orfeo. Una parte del vecindario sentía igualmente esta atracción.
No tardó en llegar a ser rico y obsequiado, porque todas las cortes, todos los soberanos de Europa se disputaban el honor de darle asilo, de escucharle. Nunca la voz humana había operado maravillas semejantes a las suyas; y renovó e hizo posibles los prodigios del cantor Linus y del tenor Orfeo, que, según dicen, encantaban y amansaban con sus melodías las bestias feroces de las selvas.
Ellos realizaron hace docenas de siglos lo que usted y yo buscamos ahora. Iban a la conquista del Vellocino de Oro, lo mismo que nosotros, argonautas con pantalones, al meternos en este buque... Y cuando el navío Argos estaba a punto de zarpar, el primero que saltó en él con la lira a cuestas fue Orfeo, el divino cantor, el primero de los poetas conocidos.
De los sueños del olvido Como dormida despierto. ¡Quién viera la clara luz De la ley de gracia! Descubra En profecía este tiempo Esta mesa transformada En pan y vino..... Se ve el Cáliz y la Hostia, y á la Idolatría junto al altar. El divino Orfeo.
Palabra del Dia
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