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Actualizado: 17 de julio de 2025
Las direcciones náutica y mercantil están encomendadas por dichos mercaderes a un hábil piloto y a un administrador inteligente, pero yo he de ser el verdadero capitán de la nave y el que gobierne y ordene en ella cuanto importe a la defensa de las riquezas que conduce y cuanto sea menester para castigar y arrollar a los enemigos de la fe de Cristo, mahometanos o idólatras, que se atraviesen en nuestro camino.
Oído el tiroteo por nuestras tropas acudieron inmediatamente en auxilio de los amigos y aliados, haciendo huir á los españoles y recuperando los fusiles y cañones de su poder, cuyos armamentos ordené fueran devueltos á los americanos en ley de buena amistad.
De un salto bajó de su caballo e hizo lo que yo le pedía. ¿Qué quieres hacer? me preguntó. Vas a verlo dije, pero primero suelta los caballos... ¡No faltaba más! dijo Roberto riéndose. Me haces el efecto de quien quiere coger las liebres poniéndoles un grano de sal bajo la cola. E hizo ademán de atar las riendas a un tronco de árbol. ¡Suéltalos! ordené.
Por cuyos motivos considero preciso que V. S. me ordene lo que debo de hacer en las circunstancias que se ofrecen, de no saber por donde quieren los Portugueses empezar ni concluir mi demarcacion. Nuestro Señor, &c. Señor D. José Varela y Ulloa. Al Virey, sobre los establecimientos portugueses. Exmo. Señor: Asumpcion, 13 de Octubre de 1790.
Prorrumpí entonces en muestras de vivo agradecimiento ante tan valiosa y decidida protección del almirante, y ordené inmediatamente que la flota filipina llevara tropas á las demás provincias de Luzón é islas del Sur, para hacer la guerra contra los españoles que las guarnecían.
Al fin, para que no insistiese en sus quejas, lo hicieron director de un modesto servicio de administración militar en la misma ciudad. Mientras el ministro de la Guerra no me ordene otra cosa, aquí estaré.
¡No quiero mensajes de parte de Miguel el Negro! exclamé. Pues entonces oiga usted el plan que le propongo por mi cuenta. Ordene un ataque decisivo contra el castillo, encomendando la dirección del asalto a Tarlein y al viejo coronel... ¡Adelante! Pero diciéndome de antemano la hora exacta del ataque. Eso es. ¡Me infunde usted tanta confianza! ¡Bah!
Si a usted le pesa o le parece mal que le haya recogido yo, con volver a tirarle en cuanto usted me lo ordene...
Ordene la señora marquesa..., menos que se despoje a este viejo edificio de sus hiedras. ¡También sentimental y culto! Pues me gusta la imagen, vea usted; aunque yo quizás la hubiera presentado al revés, por parecerme así más verdadera... Abreviando, señor administrador: lo que ordeno es que desde mañana, desde hoy mismo, no ha de haber en mi casa otro dueño de mi hacienda que yo.
Nada, nada, estoy resuelto a ello: el mismo día que me ordene sanseacabó... fuera vino, fuera mujeres, y vida nueva como Dios manda... Siguió moviendo la lengua el seminarista con creciente brío mientras duraba la operación que en la cabeza le hacían las copitas de ginebra.
Palabra del Dia
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