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Actualizado: 5 de octubre de 2025
En suma: el discurso de doña Emilia Pardo Bazán, que nos da ocasión para exponer lo que hemos expuesto, no sólo es bien pensado y elegante sino consolador y optimista.
Ahora, en la madurez de mi vida, he intentado otra vez rehacer la historia moderna de Liliput, pero como puede realizarlo la fantasía de un hombre, menos optimista y generosa que la de un niño.
En estas zonas era donde él había visto sorpresas, inesperados florecimientos, una especie de otoñada de atractivos musculares con que no hubiera soñado el más optimista. ¿Cómo era aquello?
Despertaba sonriendo a la luz. Su pensamiento primero, sin falta, era para el Señor. Oía los gritos de los pájaros en la huerta, encontraba en ellos sentido místico, y la piedad matutina de Ana era optimista. El mundo era bueno, Dios se recreaba en su obra.
De mediana estatura, la cabeza desnuda de cabellos en forma de pirámide, patillas que le llegaban hasta la nariz, la voz casi siempre enronquecida. Era hombre divertido, bondadoso, optimista. Estaba soltero y vivía con tres hermanas de más edad, a quienes había hecho verdaderas señoras a fuerza de trabajo y economía.
Pues si yo supiera hacer calzado... replicó Xuantipa , estaba ya todo requeterresolvido y en un periquete. Pero, ya ve usté.... Cuando nos casamos, había aquí seis oficiales y oficialas, y no dábamos abasto a los encargos y pedidos. Un miserable aprendiz sóbranos hoy. Bueno, hace falta volver a lo de antes, y volverán ustedes afirmó el optimista y rosáceo señor Colignon.
La señora Gillespie, mamá de todos ellos, estaba más bella que nunca, con ese esplendor de verano hermoso que proporciona la maternidad y un aterciopelamiento azucarado de fruto en plena sazón. Pero de pronto su fantasía optimista se estremeció, dando un salto atrás. Acababa de ver á alguien que había olvidado.
La reina de las Antillas, muchos millones de duros y lo mejor de nuestros barcos de guerra habían quedado en poder de los ingleses. D. Fadrique no se descorazonó con tan trágico principio. Era hombre poco dado á melancolías. Era optimista y no quejumbroso. Además, todos los bienes de la casa los había de heredar el mayorazgo, y él ansiaba adquirir honra, dinero y posición.
Mostrábase optimista Maltrana, felicitando a su amigo por su buena suerte. ¡Cosa hecha! Aquella loca podía considerarla como suya.
En ninguno de los dos casos, yo, como optimista, veo el mal sin remedio. Una nación, lo mismo que un individuo, aunque esté decaída y degradada, puede corregirse, hacer penitencia, sufrir la dura disciplina del infortunio, regenerarse al cabo y volver á ser grande; pero esta transformación dichosa será muy lenta y tardía.
Palabra del Dia
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