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Acabaron por olvidar sus preocupaciones inmediatas para no ver mas que la parte de la República que había progresado vertiginosamente. Al final alabaron del mismo modo la tierra en que vivían. Don Roque, patriota optimista y de un entusiasmo receloso, presentía enemigos en todas partes.

Por lo pronto, en esta vida disfrutaba ya la piadosa y optimista pareja de un anticipo, casi garantía, de lo que había de ser su futura posición en el empíreo. Curas, frailes y hasta el señor obispo los visitaban, los adulaban, los mimaban, y, en definitiva los trataban como a presuntos bienaventurados de la clase más distinguida.

Tal vez se me acuse de sobrado optimista y facilitón; pero yo entiendo que no merecen censura, sino elogio, las composiciones premiadas de los Sres. D. Miguel Gutiérrez, D. Angel del Arco, D. Narciso Díaz de Escobar, D. Juan F. Muñoz y Pabón y D. Pedro Riaño.

Á pesar de su optimista y regocijada filosofía; á pesar de su propensión natural á reir y á ver las cosas por el lado cómico, D. Fadrique estuvo todo aquel día meditabundo, callado, con una seriedad melancólica harto extraña en él. Á la hora de comer apenas probó bocado; apenas si habló con su hermano, con su cuñada y con su sobrina, los cuales, cada uno por su estilo, le agasajaban mucho.

AUTOR. Seré lo que a V. se le antoje. Aunque no he tomado a Voltaire por maestro, Voltaire me divierte, y los pesimistas alemanes me aburren. Voltaire, a pesar del Cándido, no era un pesimista radical. Voltaire, en el fondo, era tan optimista como Leibnitz, de quien quiso burlarse. Fácil me sería demostrarlo, si no estuviese de priesa.

El «no» a un hombre así ha de ser gradual, no repentino, no brusco, pues nuestra negativa seca y rápida pudiera llevarlo a la exasperación y hasta ser causa del encarecimiento del plomo troquelado. Existe el hombre que presume de irresistible, el que tiene de mismo un concepto tan optimista que no admite haya mujer que renuncie a la gloria de unirse a él.

Como yo soy y quiero seguir siendo optimista, contra viento y marea, ni siquiera censuro esta furia de descontento y de censura.

Y a , acaso porque soy optimista, indulgente y benigno, más bien que deleitarme y más bien que conmoverme estéticamente, me aflige y me repugna la viva y exacta representación de la fealdad moral, cuando traspasa los límites de lo ridículo y llega a lo criminal y a lo odioso. Es cierto que en la novela del Sr. Lasso hay algunos personajes excelentes.

Y en el restorán, en el café, en la calle, siempre la guerra... la posibilidad de una guerra con Alemania... Desnoyers era optimista. ¿Qué podían significar estas inquietudes para un hombre como él, que acababa de vivir más de veinte días entre alemanes, cruzando el Atlántico bajo la bandera del Imperio?... Había salido de Buenos Aires en un vapor de Hamburgo: el König Friedrich August.

Pues imagínense, en cuanto estén delante del león, que el león es una liebre... y no hay más.» «Efectivamente replica el menos optimista de los preguntantes, rascándose la cabeza ; sólo que me parece un poco difícil hacer esas suposiciones delante del león