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El Presidente hace mencion de un manifiesto que mandò publicar á la conclusion del Tratado de Paris anunciando á los filipinos que "los americanos no habìan venido en son de invasores y conquistadores, sino como amigos para protejer á los naturales en sus casas, ocupaciones y derechos personales y religiosos." Acerca de este particular encontramos necesaria una explicacion. ¿Se ha preguntado alguna vez al gobierno de los E.U. si existían, no ya el sagrado del domicilio filipino ni la libertad para el trabajo, sino cualquiera de los derechos personales y religiosos? Debemos advertir que nuestra casa, honor, hacienda y libertades ò derechos personales estaban, en tiempo de la dominacion española, á merced de las facultades discrecionales y omnìmodas del Gobernador general español en Filipinas; y por consiguiente no existìan, como tampoco existen ahora. ¿Han venido para establecerles? Entonces debieran declararlos y regularlos préviamente. ¿Se trata de los derechos que todo hombre tiene por naturaleza con anterioridad

En cuanto el maestro subió al otro piso, el centenar de chiquillos comenzó á rebullirse, primero con cautela por si el pedagogo les jugaba, como de costumbre, alguna emboscada, y después con un estrépito y una confusión tales, que el vigilante nombrado por el maestro, y con omnímodas atribuciones, por cierto, viendo su autoridad atropellada, hubiera acudido en queja «al señor maestro» si se hubiera atrevido á penetrar en el sancta sanctorum de las casas consistoriales.

La disculpa del poco éxito alcanzado hasta ahora no puede tener fundamento más sólido ni más claro. En cambio son dignos de omnímodas alabanzas, singularmente en el general Martínez Campos, el noble patriotismo y la suprema abnegación con que fué á Cuba, exponiéndose en una lucha sin gloria á la mengua ó á la pérdida de su crédito, que ya no podía ser mayor.

¿Despues? preguntó; despues, si ninguno de los filipinos se atreve á contestar al reto, entonces yo, Sandoval, en nombre de España recojo el guante porque tal política sería un mentis á las buenas intenciones que ella ha abrigado siempre en favor de sus provincias, ¡y porque quien de tal manera prostituye el cargo que se le confía y abusa de sus omnímodas facultades no merece la proteccion de la patria ni el amparo de ningun ciudadano español!

Creyó que mudarían de actitud al día siguiente, cuando, haciendo uso de los plenísimos poderes y facultades omnímodas de que venía investido, ordenó a la Agar y al Ismael de aquel patriarcado emigrar al desierto. ¡Milagro asombroso! Tampoco se alteró entonces la mansedumbre de Primitivo. Los señoritos traerán cocinera de allá, de Santiago... explicaba Julián, para fundar en algo la expulsión.

En el mismo aciago año de los tres sietes nos envió la corte al consejero de Indias don José de Areche, con el título de superintendente y visitador general de la real Hacienda, y revestido de facultades omnímodas tales, que hacían casi irrisoria la autoridad del virrey. La verdadera misión del enviado regio era la de exprimir la naranja hasta dejarla sin jugo.

Los testamentarios, atentos a que usted, lo mismo que el señor, se hallan en situación muy precaria, por causas que no quiero examinar ahora, ni hay para qué, han decidido... para eso y para mucho más les autoriza el testador, dándoles facultades omnímodas... han decidido, mientras se pone en regla todo lo concerniente al testamento, liquidación para el pago de derechos reales, etcétera, etcétera... han decidido, digo...».