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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Aquélla y ésta eran de las que tienen el privilegio de no ser nunca olvidadas, pues su curva nariz, sus cabellos entrecanos, su barba echada hacia afuera, y la despejada y correcta superficie de su hermosa frente, hacían de ella un tipo cual no he visto otro. Era la imagen del respeto antiguo, conservada para educar a las presentes generaciones.
967 No repetiré las quejas de lo que se sufre allá: son cosas muy dichas ya y hasta olvidadas, de viejas. 968 Siempre el mesmo trabajar, siempre el mesmo sacrificio, es siempre el mesmo servicio, y el mesmo nunca pagar. 969 Siempre cubiertos de harapos, siempre desnudos y pobres, nunca le pagan un cobre ni le dan jamás un trapo.
De pacer olvidadas escuchando o quizás consolándose de que poco o nada les dejen que pacer los rabadanes.
Hemos puesto en comunicación con el resto del mundo las entrañas olvidadas de todo un continente». Y también ellos tienen razón; también dicen la verdad... Porque ya sabe usted, Ojeda, que eso de la verdad única e indiscutible es una ilusión humana. Cada uno tiene la suya. Existen en nosotros tantas verdades como intereses.
Dormía hasta bien entrada la tarde, y casi a la hora en que regresaba a los Cuatro Caminos el rebaño de trabajadores, volvía él a Madrid a emprender su vida dura de pájaro indefenso, falto de pico y de garras, que revolotea en un bosque de hojas impresas, sin más alimento que las escasas migajas olvidadas por otros.
Un tenue olor de carne perfumada y enferma llegaba hasta Ojeda, pero tan leve, tan vagoroso, que no sabía ciertamente si era su olfato quien lo percibía o su imaginación. Y otra vez pensaba en el ambiente dormido de los antiguos muebles de secreto, que huelen a cartas de amor, polvo, ramilletes secos, cintas olvidadas y polillas. Por la noche había vuelto a hablar con ella largamente.
Entre estos dos extremos, uno plebeyo y otro linajudo, yacían olvidadas en el corazón de don Juan docenas de conquistas intermedias, de las cuales ninguna hubo que le dejase en la memoria recuerdos mortificantes. Así que el hombre estaba triste y desazonado, porque ahora Cristeta le ocasionaba, juntamente, pesar de haberla perdido y casi disgusto por su proceder respecto de ella.
¡Oh, Miguel... Miguel! suspiró ella, librándose por un momento de la caricia para volver á someterse á aquellos labios que la perseguían con avidez. Hablaba como una vencida. Había vuelto de golpe á su pasado, estremeciéndose al contacto de tantas cosas olvidadas que una larga abstinencia hacía completamente nuevas. Esta boca ardorosa y dominadora la despertaba de un sueño que había durado años.
Quedóse al fin, llegó su madre, y entre las dos juntas me pusieron para pelar, por «lo olvidadas que las tenía». Alegué por excusa de mi apartamiento ocupaciones apremiantes dentro de casa, después de un suceso tan grave como el ocurrido en ella... Nada me valió el recurso ante aquellos dos diablejos que todo lo metían a barato. Acudió el viejo Marmitón a la algazara.
Tan pronto discutían los movimientos de la máquina tratando de recordar nociones olvidadas de Física, como rondaban al rededor de la joven colegiala, de la buyera de labios rojos y collar de sampagas, susurrándoles al oido palabras que las hacían sonreir ó cubrirse la cara con el pintado abanico.
Palabra del Dia
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