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Actualizado: 14 de julio de 2025
Yo mismo oí de su boca la tremenda palabra. Pero eso fue un momento, y no ahora... ¿Debo decir a usted cuál era la esperanza que después nos mantenía a ambos... el sueño divino de una felicidad?... Ahogado repentinamente por los sollozos, le fue imposible proseguir.
¡El traje de la sueca sí que sería bonito... crema y heliotropo! ¡me gusta la combinación!... ¡Pero qué escándalo está dando con Albares... un hombre casado! Buena necesidad que tendrán los dos de las aguas.... Mujer, yo le oí decir a tu hermano que ella no le hace maldito el caso. ¡Bah!, no parece sino que no están dando un cuarto al pregonero desde que llegaron.
Bien le oí, bien le oí; pero estaba Ángela despierta y no podía bajar... Por cierto que me hizo reír cuando me dijo: «¿Oyes, Rosa? Ahí está Juan el de la tía María silbando.
Me apoyé en la pared de modo que era posible verme desde dentro por la rendija de la puerta. De pronto oí cerca de mí una exclamación comprimida y esta palabra dicha en francés y en voz baja: "¡Cuidado!" y en seguida mi nombre "¡Tragomer!" En el momento se cerró la puerta y todo quedó en silencio.
Si hubiera tenido alas, me hubiera lanzado al infinito luminoso sin acordarme de ella, aunque esto parezca una contradicción inverosímil. Esta especie de enajenación desapareció cuando oí la voz de Pepita a mi espalda: ¡Considera, alma cristiana, en esta primera estación...! Volvía la cabeza riendo, y mis ojos tropezaron con los de Gloria, que los apartó al instante.
Poco después de media noche salió del cuarto. Por mucho tiempo todavía lo oí pasearse afuera en el corredor, y el ruido sordo de sus pasos me recordó otra noche en que, no menos temblorosa, había oído ese mismo ruido, dividida entre el temor y la esperanza.
Yo le oí contar en la fuente mientras daba agua a sus mulos, y haciéndose cruces, la indignación que le causó, cuando servía en Córdoba a una marquesa, el averiguar, estando él en la cocina, que llevaban a dicha señora un enorme lebrillo y dos grandes jarros de agua a su cuarto. "¿Qué harías tú le preguntó una chica si tu mujer emplease también un lebrillo por el estilo?"
Yo le oí en cierta ocasión hablar de lo que se hacía en los museos y demás edificios notables allá en Roma y en otras ciudades: la entrada libre a todas horas, pero pagando. Una gran comodidad para el público, que no necesita de recomendaciones para ver las cosas.
Vd. me dijo, y maldita sea la noche en que lo oí, Vd. me dijo bien claro esto: y cuan do no tenga más de li rio, me que rrás toda ví a?
Cruzamos la bahía de Cádiz, desembarcamos, atravesamos las calles del Puerto de Santa María, en coche, y llegamos a la finca del amigo del marqués, a eso de las dos de la tarde. Hacía un tiempo de invierno admirable; los padrinos midieron veinte pasos dando unas zancadas enormes; nos dieron las pistolas, disparamos, y al mismo tiempo que oí el fogonazo sentí un golpe que me derribó al suelo.
Palabra del Dia
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