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Recuerde que «el ceco» tiene malas intenciones, y proceda en conformidad a ellas. AddioInnumerables veces traduje, palabra por palabra, esta curiosa misiva. Me parecía llena de un significado y doble sentido ocultos.

Es el pobre Pleyel, no hay duda, gruñó Simón. ¡Pero que me aspen si no le ajusto yo las cuentas á este senescal de los demonios por la manera que tiene de tratar á sus huéspedes! No, no, Simón, los asesinos son aquellos bandidos ocultos en el bosque de que te hablé antes. Y el barón, sabe Dios qué suerte le habrá cabido. Vuelo á su lado....

Paróse por segunda vez el joven para tomar aliento y ver si la fisonomía del anciano daba señales de aprobación; pero no observó en aquel rostro singular otra cosa que abstracción y melancolía. "Esos que le han detenido á usted continuó el militar, no son liberales. O son agentes ocultos del absolutismo, ó ignorantes soeces sin razón ni conciencia.

En una extremidad de dicha habitación había cierto número de barriles, amontonados unos sobre otros, y llenos de líos de documentos oficiales, de los cuales gran número yacía también en el pavimento. ¡Tristeza causaba pensar en los días, y semanas, y meses y años de trabajo que se habían empleado en esos papeles enmohecidos, que eran ahora simplemente un estorbo, ó estaban ocultos en un olvidado rincón donde jamás ojos humanos les darían una mirada!

Importante es, sin duda, cuando se estudia el gradual desenvolvimiento del drama, averiguar sus más ocultos orígenes, porque así lograremos sorprenderlo revistiendo formas diversas de las conocidas, y separar el elemento dramático de la envoltura que lo cubre.

Máteme Vd. antes, para que nos amemos así; máteme Vd. antes, y, ya libre mi espíritu, le seguirá por todas las regiones y peregrinará invisible al lado de usted velando su sueño, contemplándole con arrobo, penetrando sus pensamientos más ocultos, viendo en realidad su alma, sin el intermedio de los sentidos. Pero viva, no puede ser.

Llevan á este figurón por las calles, y los que, ocultos bajo el cartón que la forma, la conducen, hacen con ella tales movimientos, que arrebatan los sombreros de las cabezas de los distraídos; las gentes sencillas le tienen gran miedo, y, cuando atrapa á alguno, promueve risa atronadora entre los espectadores.

Presuma, en buena hora, el zafio y rudo agricultor, cuando riega su campo, que el agua viene de la vecina montaña, y que se deriva por ocultos caminos del seno de la madre tierra. Pero ¿habría agua si el cielo no la hubiera depositado allí? De esta suerte, la filantropía, la virtud meramente humana, tiene su origen, ignorándolo tal vez los mismos que la practican, en la caridad divina.

En menos de un año ¡qué de generales famosos no se han estrellado! ¡Qué de facciosos no se han perdonado! ¡Qué de gracias no se han dicho por varios insignes oradores! ¡Cómo en menos de un año ha dicho el uno un chascarrillo, y cómo le han contestado con otro y con otros! ¡Qué de insultillos ocultos del procurador al ministro, y del ministro al procurador! Cien veces ciento Mil veces mil.

En la «casa de mármol» dispusieron que se celebrase la gran fiesta: con un tapiz rojo cubrieron las anchas escaleras; los rincones, ya en las salas, ya en los patios, los llenaron de palmas; en cada descanso de la escalera central había un enorme vaso chino lleno de plantas de camelia en flor; todo un saloncito, el de recibir, fue colgado de seda amarilla; de higares ocultos por cortinas venía un ruido de fuentes.