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Actualizado: 3 de julio de 2025
Con la precoz viveza de comprensión de los niños cortesanos, no se le ocultaban sus defectos ni el despreciable papel que desempeñaba cerca de ella; pero una adoración ciega y frenética que le hacía soñar noche y día, le tenía fatalmente encadenado. Los malos tratos de su ídolo, eran un aliciente que comunicaba sabor más exquisito a los deleites que disfrutaba.
A poco de rayar el día comenzó la lucha, cuyos actores permanecían invisibles, unos tras las desigualdades de los montículos y otros tras los parapetos, construidos con tierra sacada de las zanjas donde se ocultaban.
Allí se abrían ciertas bocas que indudablemente ocultaban algo. Su hermano y Maltrana agacháronse por consejo suyo. Los perros daban silenciosas vueltas alrededor del árbol, como si olfateasen la caza oculta en las entrañas del suelo. El Chispas se colocó de rodillas a alguna distancia. Estaban allí las bocas de salida, y colocó en ellas los capillos de red.
Escuchábame ella pensativa. Su animación y su ardor para defenderse habían desaparecido. Los párpados caídos me ocultaban sus ojos y una expresión de indecible tristeza ensombrecía su linda cara. La languidez de toda su persona, de su talle inclinado, de sus manos abandonadas, hacíala infinitamente interesante. Tomé una de aquellas manos, inertes en la falda, y la oprimí contra mis labios.
Pero dió una orden en alemán, y sus hombres cesaron en las rudas exploraciones. Luego, como una justificación de este respeto extraordinario, añadió en francés: Creo que tendrá usted el honor de alojar al general de nuestro cuerpo de ejército. La certeza de que en el castillo no se ocultaban enemigos le hizo más amable. Sin embargo, persistió en su cólera contra los franco-tiradores.
Pasé por detrás del banco en que estaban hablando Luciana y Gerardo, y como me ocultaban los arbustos, no sospecharon que estaba yo tan cerca ni que sus palabras, escasas y lentas, llegaban hasta mí. Luciana decía: Yo no tengo confianza. Y él respondió: Sin embargo, pruebe usted...
De pronto, se abrieron los paños como rasgados de alto a bajo, y dejaron ver un instante el ámbito de la estancia que ocultaban. El santuario de Fortuna era una alcoba. Hacia el fondo sonó el estallido desigual de un beso doble, y enseguida, salió tranquilamente un hombrecillo insignificante, feúcho, pequeñuelo y vulgar, que con aire de triunfo venía estirándose los puños y acariciándose la barba.
Todos tuvieron su parte, los pobres que confesaban su miseria y los que la ocultaban, yendo cada limosna acompañada del mismo pequeño discurso. Esto proviene de los nuevos dueños de Longueval: dos americanas, madama Scott y miss Percival. Retened bien sus nombres y rogad por ellas esta noche.
Se adivinaba fuera del parque un gran movimiento de tropas. Pasaba otro cuerpo de ejército con sordo rodar de marea. Las cortinas de árboles ocultaban este desfile incesante que se dirigía hacia el Sur. Un fenómeno inexplicable conmovió la luminosa calma de la tarde. Sonaba á lo lejos un trueno continuo, como si rodase por el horizonte azul una tormenta invisible.
Y puesto en egecucion, marchamos por entre unos cerrillos que ocultaban la marcha, pasando cuatro arroyos algo distantes unos de otros: al quinto pasamos á cosa de la una ó dos de la tarde, y á poco rato, llegó Pedro Funes con la noticia de haber visto animales de color y dos ginetes que los arreaban, y que sin duda estaban allí los enemigos.
Palabra del Dia
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