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Actualizado: 17 de junio de 2025


Después de haberlo colocado delicadamente sobre los frágiles hombros, Juan retrocedió, diciendo con admiración: ¡Parece usted una reina, María Teresa! Ella se sonrió, y le tendió las manos: Pero muy pobre reina, pues no hacerme obedecer. Juan la acompañó hasta el coche, donde se hallaban ya la señora Aubry y Diana.

Parece, empero, esto menos tolerable, á causa de no reconocer ni aun las leyes naturales, que cualquier hombre, por bárbaro y salvaje que sea, con sólo ser hombre, venera y aprecia. Los hijos, por la mayor parte, no tienen ningún respeto á sus padres; antes tienen sobre ellos dominio, haciéndose obedecer de ellos con grande descaro; y si les da gusto, osan poner en los padres las manos.

Le preocupaban los trabajos misteriosos de la doctora; quería conocer la parte que tomaba Freya en ellos, con el interés que inspiran siempre las acciones más fútiles de la persona amada. ¿No pertenecía él á la misma asociación por el hecho de obedecer sus órdenes?... Las respuestas eran incompletas.

Algunas semanas después, satisfaciendo la formal exigencia de mi padre, que me dijo no hacía sino obedecer los últimos deseos de la que llorábamos, dejé la Francia y comencé a través del mundo esa vida nómada, que he llevado casi hasta este día.

Pero no por eso he perdido tiempo en obedecer á V. E., pues lo retardado me ha servido de hacer acuerdo en orden al cumplimiento de lo que me manda y me riñe, bien que con más aprecio de lo que me riñe que de lo que me manda.

Marcenes quiso obedecer la orden de su jefe, pero no le fué posible; el martillo cayó sobre el pistón sin hacer estallar el fulminante. Entonces, con decisión marcial, arrojó el arma que no le servía de nada, sacó el sable de la vaina de cuero e hizo esfuerzos supremos por alcanzar al alcalde, que con valor temerario se le había adelantado lo menos veinte pasos en la persecución del ladrón.

No puedo tolerar que una hija mía vaya como esas cómicas que aparecen en las vistas del biógrafo. Celinda recibió la reprimenda bajando los ojos con graciosa hipocresía. Prometió obedecer á su padre, conteniendo al mismo tiempo su deseo de reir.

Señor, le respondí, si acaso huviese Otro que la embaxada les llevase, Que mas grato á los dos hermanos fuese, Que yo no soy; bien que negociase Mejor. Dixo Mercurio: no te entiendo, Y has de ir antes que el tiempo mas se pase. Que no me han de escuchar estoy temiendo, Le replique, ya si el ir yo no importa, Puesto que en todo obedecer pretendo.

Si no reconocemos las abdicaciones, ni admitiremos de Rey a ese D. José, ni nos da la gana de obedecer al Emperador, porque los españoles mandamos en nuestra casa, y si los reyes se han hecho para gobernarnos, a nosotros no nos han parido nuestras madres para que ellos nos lleven y nos traigan como si fuéramos manadas de carneros...» ¿Estamos? ¿Lo comprendéis?

Hallábase al otro día ocupada en los preparativos para marchar a París, cuando recibió un telegrama fechado en Burdeos, donde sin mas explicaciones, decía Manuel: «No salgas del pueblo: llegaré pasado mañanaSu sorpresa no pudo ser mayor; pero ¿qué remedio, sino esperar y obedecer?

Palabra del Dia

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