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Actualizado: 29 de junio de 2025


En la noche de ese día 24 se hizo la función de Nochebuena, y se dispuso la cena en este mismo lugar; pero habiendo comenzado muy alegre, se concluyó tristemente, porque al llegar la hora de la alegría, del baile y del bullicio, todo el mundo echó de menos al alegre muchacho, que aunque vicioso, era el alma, por su humor ligero, de las fiestas del pueblo.

La primera Nochebuena a bordo la pasé en el Océano Índico, después de una tarde sofocante. De día, el mar estuvo como una llanura inmóvil de cristal fundido por el sol, y la noche fué espléndida, cuajada de estrellas refulgentes. La mayor parte de la tripulación la formaban chinos que no celebraban este día.

Son las campanas de Nochebuena, que tocan a la misa del gallo. ¡Triste Nochebuena para ti, pobre hija mía! Se quedó un gran rato silencioso y con la mano de Elena entre la suya. Por fin, dijo con más fuerza: Desde que estás aquí, Elena, has sido mi alegría, la alegría de la casa... Quiero decírtelo hoy, como obsequio de Pascua... Es preciso que sepas que todos los días he bendecido tu presencia...

No quería más que tenerla a su lado las últimas horas de la noche, darle algo del postre que sobrase y dormir con ella. ¡Aquélla que sería Nochebuena! La pobrecita no lloraba nunca y era difícil que la descubriese. Además, no habían de ir a registrarle el cuarto.

Al llegar la Nochebuena de hace tres años, el pueblo, embriagado y excitado ... se dirigió a mi casa, me sacó de ella y me llevó a una barranca cercana a esta población para matarme. ¡Figúrese Vd. la aflicción de mi mujer y de mis hijos!

Si no fuera por eso no vacilaría en afirmar que para que hubiésemos tenido paz en la Nochebuena, que se acerca á grandes pasos, hubiéramos debido, en vez de imitar las locuras del Sr. Agatocles, hacer lo que yo me .

Sólo acuden á mi memoria y pronuncian mis labios las hermosas palabras que en boca de los ángeles oyeron los pastores: Gloria á Dios en las alturas y paz en la tierra á los hombres de buena voluntad. Paz anhelamos todos, y ahora que la Nochebuena se aproxima, debemos repetir la exclamación angélica, pidiendo paz al cielo.

Yo recuerdo, a propósito de la ternura alemana, una Nochebuena que pasé en Berlín. La patrona de mi casa de huéspedes había comprado un pino, que los inquilinos se encargaron de adornar con ampollas de cristal coloreado, con algodón hidrófilo, con cintas de plata y oro, con bombillas eléctricas, con lentejuelas y con toda esa pacotilla sentimental a que había allí tanta afición.

Recordaba mi pueblo, mi pueblo querido, cuyos alegres habitantes celebraban a porfía con bailes, cantos y modestos banquetes la Nochebuena.

En suma; yo no ya qué decir sobre la guerra, y lo que es sobre la Nochebuena, con decir gloria á Dios en las alturas y paz en la tierra á los hombres de buena voluntad, está dicho todo. Pero esto no es cuento, ni artículo, ni composición poética inédita, y por consiguiente, si no digo más, me quedaré con el disgusto de no complacer al Sr. D. Miguel Moya.

Palabra del Dia

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