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Actualizado: 10 de julio de 2025


Hacia las ocho de la mañana apareció repentinamente un hombre entre el gran y el pequeño Donon; los centinelas lo descubrieron en seguida; el hombre descendía agitando el sombrero. Pocos minutos después se le reconoció: era Nickel Bentz, el antiguo guarda forestal de Houpe.

Entonces Hullin volvió tranquilamente a la granja, hablando con Nickel Bentz. El doctor Lorquin iba detrás, seguido de Plutón, y los restantes espectadores se marcharon cada uno a su sitio, alrededor de las hogueras del vivaque.

Juntos fueron a recorrer los caseríos de alrededor, con el fin de encender en los pechos el amor a la tierra natal, y al siguiente día Labarbe acompañó a Hullin a casa del anabaptista Cristián Nickel, el colono del Painbach, persona respetable y de buen sentido, pero a quien no pudieron convencer de que debía tomar parte en la gloriosa empresa.

No tengo necesidad de decirte que no pregones que vas a espiar a los alemanes. ¡Ah!, ¡ah!, entiendo. , ; no está mal pensado; yo nunca dejo la carabina, Juan Claudio; pero la guerra es la guerra; aquí tienes la carabina, el cuerno y el cuchillo. ¿Quién quiere prestarme una blusa y un palo? Nickel Bentz le dio su angarina y su sombrero. La gente que les rodeaba contemplábales con admiración.

Muchos parecían resignados y buscaban un lugar donde morir, o se quedaban mirando a su regimiento, que se alejaba en dirección de Framont; ¡aquel regimiento de que formaban parte cuando salieron de su aldea, en el que habían hecho una larga campaña, y que ahora les abandonaba! «¡El regimiento volverá a ver a Alemania! pensaban los desgraciados . Y cuando pregunten al capitán o al sargento: «¡Conoce usted a un tal Hans, Kasper o Nickel, de la primera o de la segunda compañía?», responderán: «Espere usted... Me parece recordar... ¿Era uno que tenía una cicatriz en la oreja o en la mejilla, los cabellos rubios o castaños y cinco pies y seis pulgadas?

Cristián Nickel tenía siempre la misma respuesta para todas las observaciones que le hicieron: «Está bien..., es justo..., pero el Evangelio dice: «Vuelva el palo a su sitio... Quien a hierro mata, a hierro muereSin embargo, les ofreció que rogaría por la buena causa; eso fue todo lo que pudieron obtener de él.

Juan Claudio parecía contento. ¿Qué hay, Nickel? ¿Qué pasa por allá abajo? exclamó. Hasta el presente, nada nuevo, señor Juan Claudio; sólo del lado de Falsburgo se oye tronar como si fuese una tormenta. Labarbe dice que son cañonazos, porque durante la noche se han visto pasar los relámpagos sobre el bosque de Hildehouse, y esta mañana unas nubes grises se han extendido por el llano.

Palabra del Dia

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