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Actualizado: 9 de junio de 2025
En los primeros días de su estancia en la torre, como las necesidades de la instalación le obligaban a ir a la ciudad, conservó su traje; pero poco a poco prescindió de la corbata, del cuello de camisa, de las botas. La caza le hizo preferir la blusa y el pantalón de pana de los payeses. La pesca le aficionó a marchar con los pies desnudos dentro de unas alpargatas por playas y peñascos.
Este Obispo fue uno de los mas queridos de los teruelanos, y de los pueblos de la provincia, ya por su celo en el buen gobierno de sus diocesanos, ya por sus reconocidas virtudes, ya por su vasta erudición, ya por la afabilidad de su trato, ya, en fin, porque estendido el cólera en la capital y pueblos de su diócesis, fue el consuelo de los enfermos pobres atacados de aquella epidemia, entrando en sus casas, acompañándoles muchos ratos y llegando su anhelo por socorrer sus necesidades hasta el punto de vender su coche y las mulas, cuyo producto en dinero lo distribuyó enseguida entre los enfermos mas pobres. ¡Nunca olvidará la provincia de Teruel el nombre de tan buen Obispo! ¡No era de estrañar que fuese tan sentida su traslación a Murcia en el año 1862!
Al oír doce duros, Benina abrió cada ojo como la puerta de una casa. ¡Cristo, lo que ella haría con doce duros! Ya estaba viendo el descanso de muchos días, atender a tantas necesidades, tapar algunas bocas, vivir, respirar, dando de mano al petitorio humillante, y al suplicio de la busca por medios tan fatigosos.
Y se atrevió con una novela, cuyo asunto vela bastante claro en su cabeza. Cuestión de coger aquellos personajes, decir cómo eran, dónde vivían y de qué modo; de qué pie cojeaba cada uno, y moverlos de acá para allá, lo mismo que se mueven las gentes en el mundo, al compás de sus necesidades y según lo pidan sus virtudes o sus pasiones. Nada más sencillo ni hacedero.
25 Mas tuve por cosa necesaria enviaros a Epafrodito, hermano, y compañero y consiervo mío, y vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades; 27 Pues en verdad estuvo enfermo a la muerte, pero Dios tuvo misericordia de él; y no solamente de él, sino aun de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza.
Miguel ¡quién lo diria conociendo sus obras! era desgraciado: ya no lo es; ya su trabajo basta para sostener las cortas necesidades, la existencia preciosa de su madre, y el recuerdo del tiempo malo sólo puede ser para mi amigo el fondo negro, que no es triste, puesto que hace destacar la claridad del primer término.
En vez de agradecerme lo que hago por vosotras, me calumniáis ... No, no: entendámonos. Tú, Rumalda, estate tranquila: sé que tienes necesidades, que los tiempos están malos... Cuando los tiempos están malos, hijas, ¿qué hemos de hacer sino ayudarnos los unos á los otros?
Además, había que satisfacer las exigencias del hambre, y Silas, en su soledad, tenía que proporcionarse su desayuno, su almuerzo, y su comida, ir a buscar agua al pozo y poner la olla sobre el fuego. Todas esas necesidades imperiosas, junto con el trabajo en el telar, contribuían a reducir su vida a la actividad ciega de un insecto tejedor.
El rey, irritado contra el obispo D. Sancho, hizo secuestrar por el cabildo todas las rentas: hízose así á 5 de febrero de 1445, dándose su administracion al arcediano de Castro D. Pedro de Córdoba y Solier. Este secuestro duró bastante tiempo, y algunas veces se vió precisado el obispo á pedir al cabildo le socorriese con dinero para atender á sus necesidades mas urgentes.
Para las necesidades ordinarias de administracion y para la amortizacion de la deuda pública, se establecerán con la equidad aquellas contribuciones que sean llevaderas para el pueblo. G. ¿Y las Islas del Sur? M. Se atienen
Palabra del Dia
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