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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Pero jamás llegaría á ese punto, jamás; me calumniáis. Quiero creerte, porque hasta ahora, si has sido traidor y ladrón, no has sido asesino. En muestra de ello, quiero las pruebas, las pruebas del crimen de Calderón; las pruebas para enviarle al cadalso. No hay pruebas. Vive la mujer del cocinero mayor, y aunque prófuga, se la buscará, se la encontrará, se la sujetará á la prueba del tormento.

Sacrílegos, blasfemos, apóstatas, hereges, réprobos ante Dios y ante los hombres, maldecís de vuestros propios hermanos, confesores y mártires, infamais y calumniais á sus mas dignos prelados, inventais satánicos ardides para esquilmar y desustanciar á los atribulados mozárabes, haciendo tributarias las iglesias y altares para enriquecer el erario del tirano con las sagradas oblaciones del templo, y consumais con inicua farsa la deposicion de los buenos obispos. ¡Oh qué tiempos! ¡qué angustia y turbacion! «Las cárceles están llenas de clérigos; las iglesias privadas del oficio de sus prelados y sacerdotes; los tabernáculos divinos en horrenda soledad; las arañas estienden sus telas por el templo; el aire calma en un total silencio; no se entonan ya en público los cánticos divinos; no resuena en el coro la voz del Salmista, ni en el púlpito la del Lector; el Levita no evangeliza en el pueblo; el sacerdote no quema incienso en los altares, porque herido el pastor, se desparramó el rebaño: esparcidas las piedras del santuario, faltó la armonía en sus ministros, en los ministerios, en el santo lugar. ¡Y en tanta confusion solo resuenan los Salmos en lo profundo de los calabozos !» Y sin embargo, ¿qué preciosa no será la cuando se mantiene á toda costa? ¿Qué viva cuando no se apaga en tal tormenta?

En vez de agradecerme lo que hago por vosotras, me calumniáis ... No, no: entendámonos. , Rumalda, estate tranquila: que tienes necesidades, que los tiempos están malos... Cuando los tiempos están malos, hijas, ¿qué hemos de hacer sino ayudarnos los unos á los otros?

Comimos, y en el momento que nos levantábamos de la mesa, llega un telegrama de América, dos líneas solamente: «He hecho comprar para vos, hoy el castillo de Longueval y sus dependencias, cerca de Souvigny, sobre la línea del NorteEntonces las dos fuimos presas de una risa loca al pensar... No, no, Bettina, eso no es exacto. Nos calumniáis a las dos.

Palabra del Dia

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