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Actualizado: 23 de mayo de 2025


-No se maraville vuestra merced deso -respondió el músico-, que ya entre los intonsos poetas de nuestra edad se usa que cada uno escriba como quisiere, y hurte de quien quisiere, venga o no venga a pelo de su intento, y ya no hay necedad que canten o escriban que no se atribuya a licencia poética.

Entre ella y los jóvenes de la sociedad en que vivía, pronto había puesto el orgullo de Ana y la necedad de los otros un muro de hielo. «No se casarían con ella, había dicho doña Anuncia, porque era pobre; pero ella les tomaba la delantera, y los despreciaba por fatuos y adocenados».

Pero el gobernador les dijo: -Por cierto, señores, que ésta ha sido una gran rapacería, y para contar esta necedad y atrevimiento no eran menester tantas largas, ni tantas lágrimas y suspiros; que con decir: ''Somos fulano y fulana, que nos salimos a espaciar de casa de nuestros padres con esta invención, sólo por curiosidad, sin otro designio alguno'', se acabara el cuento, y no gemidicos, y lloramicos, y darle.

El Magistral respiraba con fuerza, como aparentando ahogarse en aquel ambiente de necedad.... Quiso marcharse, sin ver a ningún clérigo ni seglar de los que esperaban en la antesala y en la oficina contigua... pero no pudo defenderse de las invasiones; el señor Carraspique asomó las narices por una puerta.... ¿Se puede? «¡Era Carraspique!». Adelante, hubo que decir.

Yo esperé que me sirvieras en este negocio; pero con la necedad de tus celos no has hecho nada. ¿No sabes cuál es mi proyecto ahora? Confiarme a lord Gray, revelarle todo, suplicándole que me facilite lo que tanto deseo.

Pues , señora, tal vez una vuelta por allí... En estos sitios de baños hay tan pocos recursos para distraerse, que si uno no aprovecha las fiestas... Sin embargo, si usted no quiere, no iré. ¿A qué me importa que usted vaya o no vaya? respondió con viveza; pero volviendo sobre de repente, añadió: Digo, no, perdóneme usted y que me perdone Dios; he dicho una necedad.

Confesóme que los farsantes que hacían comedias todo les obligaba a restitución, porque se aprovechaban de cuanto habían representado, y que era muy fácil, y que el interés de sacar trescientos o cuatrocientos reales les ponía aquellos riesgos; lo otro, que como andaban por esos lugares, les leían unos y otros comedias: «Tomámoslas para verlas, llevámonoslas y con añadir una necedad y quitar una cosa bien dicha, decimos que es nuestra». Y declaróme como no había habido farsante jamás que supiese hacer una copla de otra manera.

Acaso esta ridícula flaqueza es una de nuestras propensiones mas funestas; porque ¿donde hay mayor necedad que empeñarse en llevar continuamente encima una carga que siempre anhela uno por tirar al suelo; horrorizarse de su exîstencia, y querer exîstir; halagar en fin la víbora que nos está royendo, hasta que nos haya comido las entrañas y el corazon?

Creo, palabra de honor, que no pienso ya más que en el señor Baltet... Llevo la necedad hasta poner su carta debajo de mi almohada... Es un colmo y un colmo estúpido, como diría Francisca. ¿Qué necesidad tengo de la carta del señor Baltet para dormir?... ¿Estaré enferma?

-Eso no, Sancho -respondió don Quijote-, que el necio en su casa ni en la ajena sabe nada, a causa que sobre el aumento de la necedad no asienta ningún discreto edificio.

Palabra del Dia

hociquea

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