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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Entonces las comunicaciones con México y España eran lentas, raras y penosas; frecuentes y violentos los disturbios entre los poderes que regían el Archipiélago; exhausta casi siempre la Caja, dependiendo la vida de los colonizadores de una frágil nao, portadora del comercio de la China; entonces los mares de aquellas regiones estaban infestados de piratas, enemigos todos del nombre español, siendo la marina con que éste se defendía, una marina improvisada, tripulada las más de las veces por bisoños aventureros, si no por extranjeros y enemigos, como sucedió con la armada de Gómez Pérez Dasmariñas, frustrada y detenida por la rebelión de los bogadores Chinos que le asesinaron, destruyendo todos sus planes é intentos.
De la enorme utilidad de 200 á 500, y aun mas, por 100 que dejaban en Acapulco los negocios de la Nao, la mayor parte era para los negociantes estranjeros de la India y China, cuyos efectos surtian casi en su totalidad el cargamento de las Naos: otra gran parte era para obras pias, pues hubo años que se pagó el 50 por 100 de las cantidades que adelantaban; de forma que á favor de los comerciantes de Manila quedaba un beneficio tan reducido, cual demostraria un cálculo que se hiciese de los muchos millones de pesos que se han importado en Filipinas de Nueva-España por las Naos, y del poco valor respectivo que en moneda y fomento ha quedado á los comerciantes de Manila.
Entre la gente de mar era muy frecuente la desfiguración de nombres por apodos y por el lugar de nacimiento. Además, Juan Rodríguez Bermejo no fue marinero de la nao Santa María, que montaba el Almirante, sino de la carabela Pinta, mandada por Pinzón, que iba siempre a la cabeza de la escuadrilla por ser la más velera.
He aquí cómo refiere la pérdida de La Santa María ocurrida en la noche del 25 de Diciembre: «Quiso nuestro Señor que á las doce horas de la noche, como habían visto acostar y reposar el Almirante y vian que era calma muerta, y la mar como en una escudilla, que todos se acostaron á dormir, y quedó el gobernalle en la mano de aquel muchacho, y las aguas que corrían llevaron la «nao» sobre uno de aquellos bancos.
Por real cédula de 11 de Enero de 1593 se otorgó privilegio especial á los vecinos de Manila para que pudieran despachar todos los años al puerto de Acapulco dos naves, repartiéndose entre aquellos por medio de vales el tonelaje de carga, formándose de esta suerte la razón social llamada La nao de Acapulco.
Cargamos cuanto pudimos nuestra náo de arroz, mandioca y maiz, y salimos con ambas náos y con el capitan Alonso Cabrera y sus soldados de Santa Catalina, navegando á Buenos Aires; y hallándonos á 20 leguas de la ciudad, víspera de Todos los Santos, en el rio Paraná, se preguntaban los marineros unos á otros, si estaban ya en el rio Paraná.
Sería ocioso explicar el laboreo de los cabos que fácilmente concebirán los marinos; conviene sí consignar que el aparejo de La Santa María está inventariado por el mismo Colón al escribir en su Diario : «tornó a ventar muy amoroso e yo llevaba todas mis velas de la nao, mayor con dos bonetas, trinquete y vela de gavia y cebadera, y el batel por popa».
Así las cosas, pensó el Gobierno de S. M. que á España, por sus gloriosas tradiciones y por la incomparable hazaña con su bandera realizada, más que á otra nación correspondía satisfacer el deseo de todas, contribuyendo el Ministerio de Marina á la solemne fiesta universal del Centenario con la reconstitución de una nao del siglo xv, que tan fiel y exactamente cuanto quepa, remede á la inolvidable Santa María, capitana del atrevido navegante é insigne descubridor del Nuevo Mundo; ejemplar tangible de la arquitectura náutica de su tiempo y muestra de los elementos que al espíritu de nuestros pasados sirvieron para explorar y dar á conocer la figura juntamente con las dimensiones del orbe.
La nao vizcayna, que plantada Dejamos en la tierra á su aventura, Habiendo sido de indios visitada, Con fuego la consumen su hechura. Mirad si fué la cosa bien pensada, En no dejar en ella criatura, Que alli fuera del fuego consumida, Sin poder escapar libre la vida.
En varios pasajes repite el Diario del Almirante, ya al avistar la tierra, ya por celebridad de la fiesta de la Virgen María que ponía banderas en los topos de los mástiles y ataviaba la nao, y como quiera que desde el siglo XIV se acostumbraban flámulas con los castillos y leones, diciendo el cronista francés Froissart que en la batalla de la Rochela las llevaban las naos castellanas tales, que desde los topes llegaban á tocar el agua, cosa hermosa de ver, es presumible que por gala las tuvieran las carabelas, así como otras particulares y de señas que la ordenanza autorizaba.
Palabra del Dia
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