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Actualizado: 7 de noviembre de 2025
Apenas había transcurrido una hora cuando otra bandera nuestra se vió ondear en la torre de la iglesia de Bakoor, que también se halla á orillas del mar, señal de nuevo triunfo de las tropas revolucionarias contra las fuerzas españolas que guarnecían dicho pueblo, compuestas de unos 300 hombres, los cuales por igual falta de municiones se rindíeron al ejército revolucionario.
Ya que era preciso este abandono, no debía alejarse la retaguardia dejando á sus espaldas un servio con vida. ¿No hubiera suplicado el capitán lo mismo al verse en idéntica situación?... La retirada, con sus dificultades de aprovisionamiento, hacía escasear las municiones. Los combatientes guardaban avaramente sus cartuchos. El capitán desenvainó el sable.
Hubo un instante de silencio; después, con voz fuerte, Hullin prosiguió: Colon: vas a tomar el mando de los que queden, a excepción de los que forman la escolta de Catalina Lefèvre, que se quedarán conmigo. Irás a reunirte con Piorette, en el valle del Blanru, pasando por Dos Ríos. ¿Y las municiones? preguntó Marcos Divès. Yo he traído mi furgón dijo Jerónimo ; Colon puede utilizarlo.
Por lugarteniente iba D. Álvaro de Sande; maestre de campo general D. Luis Osorio; general de la artillería Bernardo de Aldana; administrador del hospital el obispo de Mallorca. Embarcábanse sin cesar artillería, municiones, vituallas y máquinas, pero iban muy retrasados los aprestos.
Al cabo de cinco o seis días todos estuvieron restablecidos. El capitán Vidal, de Falsburgo, había dejado veinticinco hombres en el Falkenstein para custodiar las municiones; entre ellos estaba Gaspar Lefèvre, y el muchacho bajaba todas las mañanas a la aldea. Los aliados se habían trasladado a la Lorena; en Alsacia no se les veía mas que alrededor de las plazas fuertes.
Los que estaban más lejos, espantados por el fenómeno, arrojaban las armas y se despojaban de sus bolsas de municiones, viendo en el propio equipo militar un peligro de muerte. Los oficiales, impulsados por el orgullo profesional, gritaban: «¡Adelante!», pero el revólver estallaba en su diestra, llevándoles la mano y el brazo.
Este hecho les hizo variar de conducta, abandonando desde entonces la excesiva contemplacion con que les trataban, en especial D. Jacinto, que estaba persuadido vendrian en su ayuda luego que los llamase, como lo habian egecutado anteriormente: pero ya desengañados, mandó fundir algunos pedreros, arreglar las milicias, y acopiar municiones para la defensa.
Transcurrieron los días, y el capitán olvidó definitivamente este encuentro. Otros asuntos más reales é inmediatos le preocupaban. Su buque estaba listo; iban á enviarle á Inglaterra para cargar municiones destinadas al ejército de Oriente. La mañana de su partida bajó á tierra sin deseos de llegar al centro de la ciudad.
El segundo triunfo se realizó en Binakayan, en el sitio llamado Polvorin, donde fué atacado por los revolucionarios, el destacamento español, compuesto de unos 250 hombres, rindiéndose á las pocas horas por falta de municiones.
Júntansele aquí los obispos, los ricos-hombres, los caballeros, y las mesnadas de los concejos con los carros de guerra, las municiones y las interminables filas de reses que van acudiendo destinadas á la vitualla.
Palabra del Dia
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