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En mi pecho no caben ni envidias de mozalbete ni el duelo de deseos frustrados. Tranquilo estoy y contento, contentísimo. Si lloro es por la atracción de tus lágrimas que hacen correr las mías, sin saber por qué. Tuve un poquillo de pena, ; pero me consuela el saber que si mis hijos han perdido su segunda madre, buena hermana se llevan, ¿no es verdad?

»El desairado llora en silencio su desaire, y el victorioso mozalbete goza sin reparo de las incomparables delicias que puede ofrecer aquel tesoro de hermosura.

Señora mía dijo el taimado clérigo eso está muy bien... En la calle con un mozalbete... Por fuerza ha muerto la señora condesa. Por Dios y la Virgen exclamó la muchacha llorando . Sr. de Ostolaza... no diga usted nada a mamá... Yo le explicaré a usted... Salimos a paseo y como nos perdiéramos, pues... No diga usted nada a mamá. ¡Ay! Sr. de Ostolaza; usted es un buen sujeto y tendrá lástima de .

Decidme, sargento, preguntó un mozalbete desde el extremo opuesto del cuarto ¿á qué cuento fué la batalla aquella? ¿Ahora salimos con esas, rocín? ¿Pues á qué cuento había de ser sino á dejar sentado una vez por todas quién había de llevar la corona de Francia? Bueno es saberlo. Creíame yo que era para averiguar quién debía de quedarse con vuestro cobertor de pluma....

¿De modo preguntó el mozalbete que yo seré un pelagatos si llego a perder mi patrimonio o soy un bruto? Esto que es bueno. Nada, nada dijo uno . Fuera mayorazgos, y que todos los hermanos varones y hembras entren a heredar por partes iguales. Eso no puede ser observó Marijuán , porque entonces no habría las grandes casas que dan lustre al reino.

De ese modo ha querido pintar a las Cortes. La democracia dijo otro mozalbete con voz elocuente, aunque ceceosa es aquella forma de <i>gobierno en que el pueblo, en uso de su soberanía, se rige por mismo, siendo todos los ciudadanos tan iguales ante la ley que ellos se imponen, como lo somos los desterrados hijos de Eva a los ojos de Dios</i>.

Serían las tres de la tarde cuando entró su tío; las dos arpías se abalanzaron hacia él, y con la hiel propia de sus caracteres emponzoñados, le dijeron, disputándose á cuál hablaba primero: ¡Ah, señor don Elías: no sabe usted lo incomodadas que nos tiene este mozalbete! ¿No sabe usted á qué hora entró anoche? ¿Lo creerá usted? ¡A las doce!... ¡Qué escándalo! ¡En una casa como ésta, en una casa de paz, de decoro, de virtudes!

Vuelta a Vetusta. Un mozalbete se enamora de cualquiera de las niñas... ¡Vade retro! Se le despide con cajas destempladas.

Llevaba aquellos papeles inútiles y el hijo que había de ser clérigo. Era Fermín ya un mozalbete como un castillo; sus 15 años parecían veinte; pero Paula hacía de él cuanto quería, le manejaba mejor que a su padre. Le hizo estudiar latín con el cura, el mismo que había dado la dote perdida por el difunto.

Es una calumnia, señor, una calumnia. ¿Pero qué es esto? dijo Amaranta fingiendo la mayor estupefacción . ¿Mis palabras han podido causar el disgusto del Sr. D. Pedro? Jesús, ahora caigo en que he cometido una gran imprudencia. Dios mío, ¡qué daño he causado! Sr. D. Pedro, yo no sabía nada, yo ignoraba... Desunir por una palabra indiscreta dos voluntades... Este mozalbete tiene la culpa.