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El Padre CONCINA en una erudíta Disertacion que compuso sobre esto, intenta probar que el Moralista que dictámenes de conciencia sin estudio fundado de las Divinas Escrituras, de los Padres, y de los Concilios, falta gravemente á su obligacion. En lugar de estos principios substituyen otros arbitrarios que sirven para acomodarlos á sus opiniones.

Al fin del siglo XVIII, el moralista Sebastián Mercier declara que «en todas las casas burguesas de París se encuentran cuatro jóvenes casaderas por una casada

¡Eso es!... Con una diferencia para : que en un caso hay un verso de «Víctor Hugo»... y en el otro la expresión sincera de un hombre de corazón. ¿Y qué tiene que ver todo eso con los señores maquinistas? dijo Ricardo burlescamente. ¡Que es frecuente encontrar en gente de baja condición social conceptos y formas que impresionan más que el mejor precepto editado por el más campanudo moralista!

Debió existir en aquellos siglos una competencia terrible de boato y esplendor entre las damas, pues Plinio, literato oficial de Trajano, pero austero y solemne moralista, a pesar de su adulación forzosa al gran emperador, dice en un pasaje de sus «Cartas»: «Supuesto que los hombres han mirado siempre como una obligación, dictada por la misma Naturaleza, el complacer a las damas, amarlas y servirlas, se han visto también precisados a sufrir algunos excesos en que les ha hecho caer su natural propensión a adornarse y a emplear en su servicio las mayores preciosidades de la Naturaleza»: Alude Plinio en estas palabras inmortales a las perlas que las señoras romanas usaban como castañuelas.

EL VICARIO DE WAKEFIELD. "Excelente, interesante, lo mejor de cuanto se ha escrito como novela doméstica." EL VICARIO DE WAKEFIELD. "Lo más delicado de cuanto la inteligencia humana ha producido en su género." EL VICARIO DE WAKEFIELD. "Ningún otro escritor ha logrado con tan buen suceso llegar á los fines del moralista. Pensamientos, humoradas y agudezas abundan en cada página."

Caleb, que, conociendo la condición maligna de Alicak, no le caía en gracia aquella pantomima burlesca, pensó ejercitar su humor moralista y severo, y así, con tono dogmático, le habló de este modo: Alicak, ya juzgué que tus inclinaciones al mal se hubieran debilitado, cuando no destruído de todo punto; por eso me aflijo al mirarte con tan poca enmienda, siendo así que donde vamos, tus artes te harán mucho mal y bien ninguno.

Entonces Baltasar miró a Borrén fijamente con ojos expresivos, más claros y categóricos que palabra alguna. Hay que decir en abono del confidente universal, que titubeó. Sin alardear de moralista, bien puede un hombre blanco que viste uniforme y peina barbas, encontrar que ciertos papeles son desairados y tontos.

Tenía el padre Urtazu más de moralista práctico que de ascético, y la niña tomó de él más documentos provechosos para la conducta, que doctrina para la devoción. De suerte que sin dejar de ser buena cristiana, no pasó a fervorosa.

Pero no será perdido en vano el tiempo transcurrido en los diversos campos de su actividad; irá acumulando datos, notas diversas, amontonando observaciones, haciendo aprendizaje en la naturaleza de los hombres y las cosas, en las costumbres y hábitos; palpando errores, deformaciones, vicios ancestrales, acaso siempre con esa sonrisa de hombre bueno, "matizada de ironía", que le servirán para su ulterior labor crítica y consultiva de escritor costumbrista y de filósofo moralista.

No, lo que es por ya puede cantar hasta que reviente... Pero observo, niña, que te has vuelto muy moralista de algún tiempo a esta parte. ¿Tratas de hacerle competencia al cura de la parroquia? Lo que trato es de que no seas murmurador. Si me quieres tanto como dices, no debían ofenderte mis consejos. No me ofenden; todo lo contrario, los escucho siempre con gusto y los sigo... cuando puedo.