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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Y asoman lágrimas de emoción a los ojos de las matronas románticas, que se saben de memoria los versos de Flor de un día y hacen soñar a estas pálidas burguesitas que van a los cafés las noches de domingo y en cuyas vidas pobres y monótonas el encanto de la música pone una dulce hora sentimental.
A lo lejos sonaban por todas partes las campanas, y su fúnebre clamor ponía una nota sorda en aquellas voces humanas, entonando el canto de los Muertos... En el cementerio todos se acercaban a las tumbas amadas, en las que una profusión de crisantemos, en brillantes haces, arrojaban sobre los difuntos todas las quimeras y las ilusiones de los vivos... De repente, todo quedó en silencio, y llegaron a nosotras las estrofas del Libera, desgarradoras y monótonas.
Había sido el objeto de sus conversaciones con doña Cristina cuando ambas entretenían las monótonas horas tejiendo encajes al uso de su pueblo. Al pasar Ulises ante el cuarto de ella, vió unos retratos suyos de la época en que era simple agregado á bordo de un trasatlántico. Cinta los había sustraído indudablemente de las habitaciones de su tía.
Una tarde de color de plomo, más triste por ser de primavera y parecer de invierno, la Regenta, incorporada en el lecho, entre murallas de almohadas, sola, obscuro ya el fondo de la alcoba, donde tomaban posturas trágicas abrigos de ella y unos pantalones que don Víctor dejara allí; sin fe en el médico creyendo en no sabía qué mal incurable que no comprendían los doctores de Vetusta, tuvo de repente, como un amargor del cerebro, esta idea: «Estoy sola en el mundo». Y el mundo era plomizo, amarillento o negro según las horas, según los días; el mundo era un rumor triste, lejano, apagado, donde había canciones de niñas, monótonas, sin sentido; estrépito de ruedas que hacen temblar los cristales, rechinar las piedras y que se pierde a lo lejos como el gruñir de las olas rencorosas; el mundo era una contradanza del sol dando vueltas muy rápidas alrededor de la tierra, y esto eran los días; nada.
A las diez, Pepita toca el piano, cuyas notas resuenan sonoras en la plaza. Primero se oyen unas lecciones lentas, monótonas, con una monotonía sedante, melancólica; luego parte una sinfonía de alguna vieja ópera, y por fin, todos los días, la Priere des bardes, de Godefroid.
No hago más que extractar unas pocas de estas notas monótonas si se quiere, por el repetido acento del dolor. ¡Pobre madre mía! 29 de junio de 1824.
Ni cupo mejor suerte á las cornisas. Cortadas y retorcidas de mil maneras, habrian parecido harto desabridas y monótonas á los innovadores si se hubiesen conservado en ellas la direccion recta y una sola moldura por picar.
Y en esta existencia de vanidades satisfechas hasta el hartazgo, sólo una cosa le interesaba, por su variedad infinita, por sus fases, que parecían repetirse monótonas, pero en realidad eran distintas para los inteligentes de exquisito paladeo: el amor. Compréndeme, Miguel; no te rías en tus adentros. Me conoces demasiado para imaginar que yo puedo creer en el amor como la mayoría de los mujeres.
Las golondrinas giran y pían en torno de las torres; el agua de la fuente murmura placentera. Y un viejo reloj lanza de hora en hora sus campanadas graves, monótonas. La casa de Verdú es ancha, clara, limpia. Tiene un zaguán solado de grandes losas; a la derecha, la escalera asciende con su barandilla de forjados hierros; en el fondo se abre la recia puerta de nogal que franquea el despacho.
Después de haber pedido auxilio con voz ronca y a gritos, se había arrodillado junto al cadáver y lo abrazaba, ensangrentándose todo, y de su convulsa boca no salían más que dos palabras breves y monótonas: ¡Se acabó!... ¡Se acabó!...
Palabra del Dia
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