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Actualizado: 27 de junio de 2025
«Yo soy bueno, aunque así, al pronto, meto miedo, por estas ideas que tengo y porque... Como he sido tan perseguido y... aunque me esté mal el decirlo..., he hecho heroicidades y cosas grandes, tengo este modo de hablar tan tremendo. Eso sí, no bajo mi cabeza al despotismo.
Toda la gente elegante se va, y yo me quedo sola, sin amigos, sin amparo... Cojo la punta del hilo, sacándola por la izquierda de la canilla, la meto con mucho cuidado por el primer agujero, pif, ya está. Mira... Ahora mi señor hilo tiene que meterse por el segundo agujero, pif. Muy bien, y después allá va por el tercero.
Oímos un chapoteo en el agua; creímos que era un caimán que se escurría entre las cañas bravas. De repente, pim... un tiro. ¡Ellos!... Al instante toda nuestra gente se echa los fusiles a la cara. Ta-ra-ra-trap... Un negrazo salta sobre mí, y zas, le meto el machete por el ombligo y se lo saco por el lomo... No me he visto en otra, hija».
Vea, Maltrana: yo fui ministro, ¿sabe?... ministro de la provincia, en mis tiempos de muchacho, cuando andaba mezclado en los batifondos de la política. Además, he sido diputado nacional. Ahora no me meto en nada; mis negocios no más, y a vivir tranquilo. Pero tal vez por esto me tratan de Su Excelencia. ¡Qué demonios de alemanes!
De usted para mí nada más.... Después usted dará cuenta de lo sucedido a su señora esposa... o no se la dará; eso allá usted... porque yo no me meto en interioridades.... Al fin usted será, naturalmente, el administrador de los bienes de su señora... y aunque yo no sé si estos son parafernales o no... porque no entiendo... y... sobre todo no me importa, y, al fin, el marido suele administrarlo todo... eso es; tal entiendo que es la costumbre... y como la ley no se opone....
No creas que tengo gran interés en saberlo. ¿Qué me meto yo en el bolsillo con saber un nombre más? Es un nombre muy feo... No me hagas pensar en lo que quiero olvidar replicó Santa Cruz con hastío No te digo una palabra, ¿sabes? Gracias, amado pueblo... Pues mira, si te figuras que voy a tener celos, te llevas chasco. Eso quisieras tú para darte tono. No los tengo ni hay para qué.
D. Félix se detuvo repentinamente delante de él y tomándole por la solapa y sacudiéndole le gritó con frenesí: ¿Sabe usted lo que le digo?... ¡Que antes que un hidepu.. de esos ponga un pie en Cerezangos le meto quince balas de plomo en la cabeza! Si algún cetáceo supo alguna vez lo que era el miedo, fué D. Casiano en aquella ocasión. Los hidalgos. Aunque se sentó á la mesa no pudo comer.
Esto que yo escribo se llama una crónica. »Y al día siguiente, cuando al levantarme la veo en el periódico, aparto los ojos de ella avergonzado, y meto el periódico en el cajón de la cómoda. »Y otra vez principia otro día igual al de ayer e idéntico al de mañana: leo, paseo un poco, vuelvo a leer, torno a escribir las cosas horribles sobre los pequeños papeles.
El camino es recto, señora; miraré a lo lejos; si alguien viene nos internaremos en el bosque. Este misterio tiene que sorprenderos, amigo mío; pero antes de mediodía conoceréis la causa. No es necesario. Yo hago lo que me mandan y no me meto en lo demás. Están pasando cosas muy extrañas en Orsdael, y pronto se producirán allí sucesos extraordinarios que llenarán a todos de asombro.
Fortunata tenía su interior tan tempestuoso que no pudo contenerse, y estalló con esa ira pueril que ocasiona las reyertas de mujeres en las casas de vecindad. «Señora, déjeme usted en paz, que yo no me meto con usted, ni me importa la cara que usted tenga o deje de tener.
Palabra del Dia
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