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Actualizado: 6 de octubre de 2025
Los dos podemos tener razón, señor don Adrián replicó Bermúdez continuando sus paseos en corto . Cabe perfectamente que su hijo de usted haya hecho el daño sin propósito de hacerle, y que ignore a estas horas lo que ha hecho. El corazón humano es así muy a menudo: para saber el valor positivo de lo que contiene, necesita, como ciertos metales, probarse en la piedra de toque.
En él estoy yo, y nada: me encuentro lo mismo que cuando no bajaba de las Claverías. Nosotros los Villalpando somos de hierro: por algo descendemos de aquel famoso Villalpando que hizo la reja del altar mayor y la Custodia y un sinnúmero de maravillas. Debía ser un gigantón, a juzgar por la facilidad con que retorcía y moldeaba toda clase de metales.
Perú de fama eterna y estendida Por sus ricos metales por el mundo; La Potosì imperial ennoblecida, Por tener aquel cerro tan rotundo; La tucumana tierra bastecida De cosas de comer, con el jocundo Estado del Brasil, dar
Luego, el muchacho consideraba con no menos devoción todos los recuerdos de gloria que adornaban la casa: coronas de hojas de oro, copas argentinas, desnudeces marmóreas, placas de diversos metales sobre fondo de peluche, en las que brillaba imperecedero el nombre del poeta Labarta. Todo este botín lo había conquistado á punta de verso en los certámenes, como guerrero incansable de las letras.
Porque éste, con toda comodidad, sobre seguro, se las enfilaba por los cristales del escaparate con una insistencia que la encolerizaba cada vez más. La verdad es que aquella tiendecita primorosamente adornada, donde brillaban por todas partes los metales y las piedras preciosas, era digno aposento para la bella; el estuche que mejor convenía a joya tan delicada.
Pero la amante, arreglándose el pelo ante el espejo, hablaba con una frialdad fingida, temblándole la voz. «Vístete... Vámonos pronto. ¡Y pensar que una noche como ésta tengo que ir con tía al Real!... ¡Qué rabia!» Un estrépito de metales golpeados arrancó a Ojeda de su ensimismamiento. Esta impresión le hizo temblar, mientras su memoria retrogradaba al presente.
ELECTRA. Que active usted la fusión, Mariano... que queden los metales bien juntitos. MARIANO. Los dos en uno, señorita. ELECTRA. Dos en uno. Ahora, mi graciosa discípula... ELECTRA. Perdone usted, señor mágico. Tengo que ver si han despertado los niños. MÁXIMO. Es verdad. ¿Cuánto hace que comieron? ELECTRA. Tres cuartos de hora. Deben dormir media hora más. ¿Está bien dispuesto así?
Quitadla su ley y su Banco; su libro y su oro, su ciencia y sus metales, y rezad un Padre nuestro por su alma. La Economía política, el libro estadístico, hace hoy lo que hacian en otro tiempo la fuerza, la conquista, la tradicion, la herencia y la casta. La estadística es la nueva casta social, la nueva sangre de la política, la nueva sangre de los gobiernos.
Y enmudecieron los metales, y presto volvió a alzarse su formidable acento, entonando la trágica Marsellesa. Impensadamente se abrieron las ventanas del Círculo, y fue como si la sala llena de claridad, de gente y de tumulto, se viniese a meter entre los espectadores.
Era una obra de caridad, así es que el caritativo catedrático se dedicó á ella con toda conciencia repitiendo lentamente la pregunta: El libro dice, que los espejos metálicos están formados por el laton ó por una aleacion de diferentes metales, ¿es cierto ó no es cierto? Lo dice el libro, Padre...
Palabra del Dia
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