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Actualizado: 5 de julio de 2025
El bandido, a pesar de beber poco, tenía el rostro coloreado y sus ojillos azules brillaban con una luz de alegría. Había escogido su sitio frente a la puerta de la cocina, en un lugar desde el cual enfilaba la entrada del cortijo, viendo una parte del camino solitario.
Se dirigió al balcón, y apoyando la frente contra el vidrio, miró hacia la calle que enfilaba con el portal, por donde ella probablemente vendría. Así permaneció un rato, que se le antojó muy largo; mas al consultar de nuevo el reloj, vio que apenas se había movido el minutero. «Es difícil que una señora sea puntual; ¡tardan tanto en emperejilarse!»
A las tres de la tarde el sol enfilaba todavía sus rayos por la calle de Serrano bañándola casi toda de viva y rojiza luz, que hería la vista de los que bajaban por la acera de la izquierda más poblada de casas.
Se hizo vestir rápidamente, se puso sobre el pecho la banda de Carlos III y todas las cruces que había ganado. Eran tantas que, no cabiendo en el costado izquierdo, tenían que ir algunas al derecho. En esta forma se hizo conducir a la ventana que enfilaba la calle de Cerrajerías, y allí se colocó en pie.
Su fachada, si es que tal nombre puede darse a aquella lisa pared con pequeños huecos tirados a granel, daba a la calle de la Misericordia, una de las más céntricas de la ciudad. Una de las ventanas, quizá la más ancha, enfilaba la calle de Cerrajerías, y por ella se veía la catedral a lo lejos.
Porque éste, con toda comodidad, sobre seguro, se las enfilaba por los cristales del escaparate con una insistencia que la encolerizaba cada vez más. La verdad es que aquella tiendecita primorosamente adornada, donde brillaban por todas partes los metales y las piedras preciosas, era digno aposento para la bella; el estuche que mejor convenía a joya tan delicada.
Cualquiera podría observar que una de las niñas, la más llena de carnes y redondita, pagaba algunas, no todas, de las miradas que Mario enfilaba en aquella dirección. Cuando esto acaecía, la joven sonreía leve y plácidamente mientras aquél hacía una mueca singular que nada tenía de sonrisa, aunque pretendía serlo.
Palabra del Dia
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