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Actualizado: 28 de mayo de 2025


De pronto, después de breve silencio, sus ojos se llenaron de claridad y respondió con viveza. , tal. Ya le tengo. Conozco a vuesamerced, y doy, desde luego, por seguro, que habrá escogido con acierto replicó entonces el hidalgo, acostándose, casi, en el sillón y estirando hacia el brasero sus piernas metidas en calzas de velludo pardo.

Todos tenemos un conjunto de mentiras que nos sirven para abrigarnos de la frialdad y de la tristeza de la vida; pero Yurrumendi exageraba un poco el abrigo. Era Yurrumendi un hombre enorme, con la espalda ancha, el abdomen abultado, las manos grandísimas, siempre metidas en los bolsillos de los pantalones, y los pantalones, a punto de caérsele, tan bajo se los ataba.

Como ha procurado publicar sus pensamientos con un estilo brillante, interpolado de máxîmas saltantes; esto es, desencadenadas, pero metidas para agradar, y con el agrado introducirse mas bien en el corazon de los lectores incautos; de ahí ha nacido el que no le hayan faltado alabadores.

Meto mis muebles en siete carros de mudanza, y me encuentro con que el cuarto de la generala está lleno de albañiles... ¡Es un horror!... se cae un tabique... el estuco perdido... los baldosines teclean bajo los pies... En fin, que tengo que meter mis queridos trastos en este aposento, bastante grande, , pero incapaz para ... Verían ustedes las dos tablas de Rafael tiradas por el suelo, revueltas con la vajilla; el gran lienzo de Tristán contra la pared; las porcelanas metidas en paja todavía; las mesas patas arriba; las lámparas y los biombos y otras muchas cosas en desorden, esperando sitio, todo hecho una atrocidad, un horror... Créanlo, estoy nerviosa.

Los puestos de venta llegaban hasta las mismas puertas del Principal; los compradores codeábanse con el centinela, y los dos oficiales de la guardia, con las manos metidas en el capote y las piernas golpeadas por el inquieto sable, paseaban por entre el gentío buscando caras bonitas.

El Laoconte ceñido y oprimido por las serpientes está mil veces más lejos de lo real que la figura de cera representando a Catón con las sangrientas manos metidas en el desgarrado vientre y arrancándose las entrañas. Tal modo de conmover con la imitación exacta y brutal de las cosas reales dista mucho de ser el arte verdadero. Sólo los menos que medianos artistas deben apelar a tal recurso.

Todas las mujeres, con sus capuchones negros, cruzaron por delante de nosotros, en procesión, hacia casa de la abuela, y tras ellas fueron saliendo los señores, con su sombrero de copa, y los marineros y la gente pescadora, con los trajes de paño y las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Por la noche, la Iñure me aseguró de nuevo que mi tío Juan no había muerto.

Algunos otros estaban envueltos en sus mackintosh, metidas las manos en los bolsillos, los rostros encendidos, azulados o muy pálidos, y generalmente desconcertados. En fin, aquel hermoso bajel parecía haberse convertido en el alcázar de la displicencia.

Y al decir esto miró al vendedor con tanta indignación como si fuese un enemigo del sosiego público; pero el palurdo, inmóvil y con las manos metidas en la faja, no se dignó reparar en la ferocidad agresiva del avaro. Además continuó don Juan , ¿para qué quiero yo eso?

El señor Cifuentes acompañó hasta la puerta a la aristocrática pareja, con sus manos siempre metidas en las mangas, y al verla desaparecer en el coche, permitióse murmurar del sobrino de su tío y de su tío mismo, diciendo para su sotana: ¡Exacta alegoría del mundo!... La necedad amparando al vicio.

Palabra del Dia

hociquea

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