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Actualizado: 20 de junio de 2025
La perspectiva que ofrece lo porvenir, no es, en verdad, nada risueña; aquel mundo fabuloso lleno de belleza ha caído poco á poco en olvido, borrándose de la memoria del pueblo, y los esfuerzos que se hagan para infundirle aliento tendrán ó no favorable éxito, mientras es cierto que si alguna vez hemos de tener una literatura dramática original y rica; si alguna vez hemos de poseer un teatro, que no sirva sólo de entretenimiento y pasatiempo á los ociosos, sino que merezca el nombre de nacional, ha de lograrse merced á los esfuerzos de poetas, que, renunciando á toda imitación extranjera, sigan únicamente su particular inspiración, apropiándose sin rebozo el copioso caudal de nuestras tradiciones populares, é identificándose por completo con ellas, porque viven en la fantasía, en los corazones y en los labios del pueblo.
Nostradamus confirma esta presunción al expresarse así, hablando del juglar Nouës: «Era buen cómico, y cantaba en los palacios de los grandes señores, andando á un lado y á otro, haciendo gestos significativos, moviendo su cuerpo, modulando diversamente su voz, y dando á conocer en todas sus acciones que era un verdadero cómico.» Aunque Nostradamus no merezca en todo crédito, parece verosímil que sea fiel intérprete de las tradiciones que se conservaban acerca de las costumbres de los cantores provenzales, pues á no ser así no se explican tales descripciones.
-Antiguo libro es éste -dijo el cura-, y no hallo en él cosa que merezca venia. Acompañe a los demás sin réplica. Y así fue hecho. Abrióse otro libro y vieron que tenía por título El Caballero de la Cruz. -Por nombre tan santo como este libro tiene, se podía perdonar su ignorancia; mas también se suele decir: "tras la cruz está el diablo"; vaya al fuego.
Para que una compañía de las llamadas «de verso» merezca francamente y sin limitaciones el calificativo de «buena», no basta que sean notables todos los artistas que la componen; importa también que entre unos y otros haya cierta proporción ó equilibrio, pues de ello inmediatamente se derivará una belleza nueva: belleza de síntesis, belleza de conjunto.
Pero ni esto es común en todos los que mueren, ni es tan ruidoso que merezca la atención; y al tiempo de estarle echando la tierra, se llegan algunas indias que llevan calabazas con agua encima, y van rociando la tierra, humedeciéndola; y en estando ya llena del todo la sepultura, echan agua bastante encima hasta que hacen barro, y la cubren toda.
Así, la administracion de justicia es casi nula, en lo criminal, porque los delitos son rarísimos; y como la autoridad no se ingiere en lo que es puramente personal, sus funciones son muy sencillas, y lejos de ser contrariadas todo el mundo las apoya. Si hay en el mundo un pueblo que merezca los títulos de libre y dichoso, ninguno como el de las provincias vascongadas.
No, yo quiero la ciencia para el que se la merezca, para el que la sepa guardar, contestó; cuando los estudiantes den pruebas de amarla; cuando se vean jóvenes convencidos, jóvenes que sepan defender su dignidad y hacerla respetar, habrá ciencia, ¡habrá entonces profesores considerados! ¡Si hay profesores que abusan es porque hay alumnos que condescienden!
Sale ELVIRA, huyendo de DON TELLO, y FELICIANA, deteniéndole. Sale por una parte y entra por otra. ELVIRA. ¡Favor, cielo soberano, Pues en la tierra no espero Remedio! Vase. D. TELL. ¡Matarla quiero! FELIC. ¡Detén la furiosa mano! D. TELL. ¡Mira que te he de perder El respeto, Feliciana! FELIC. Merezca, por ser tu hermana, Lo que no por ser mujer.
Y tu siervo, al oír esto, por si es blasfemia o delito que merezca la muerte o falta que se purgue con la lengua cortada u otra semejante leve concesión, lo he preso.... ¿Y quién es ese loco? dijo el Sultán. Es respondió el capitán Afmed-Ali-Ocnar-ben-abas-ben-oli-ben-Iahic-ben-Zatrin-el-Cubdi-el-Smercandi...
Lejos de ello, don Santiago, temiendo haberse corrido demasiado allá en sus palabras, y reparando por primera vez en que había, aunque remota, alguna semejanza entre los casos maldecidos por él y el caso de la marquesa, se apresuró a responder: Nada hay en el relato de usted, mi distinguida y respetable señora, que merezca esa pena tan dura.
Palabra del Dia
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