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Actualizado: 23 de julio de 2025
38 Entonces colgaron en maderos con él dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. 39 Y los que pasaban, le decían injurias, meneando sus cabezas, Si eres Hijo de Dios, desciende del madero. 41 De esta manera también los príncipes de los sacerdotes, escarneciendo con los escribas y los ancianos, decían:
A su vista gritaba el populacho: ¡Muera Santos Pérez!, y él, meneando desdeñosamente la cabeza y paseando sus miradas por aquella multitud, murmuraba tan sólo estas palabras: «¡Tuviera aquí mi cuchillo!» Al bajar del carro que lo conducía a la cárcel, gritó repetidas veces: «¡Muera el tirano!»; y al encaminarse al patíbulo, su talla gigantesca, como la de Danton, dominaba la muchedumbre, y sus miradas se fijaban de vez en cuando en el cadalso como en un andamio de arquitectos.
Tan pueril y sincera congoja revelaba el semblante de Lucía al pronunciar esto, que la seria boca del viajero hubo de sonreírse nuevamente. ¡Mire usted! añadió ella meneando grave y reflexiva la cabeza ; ¡y yo que pensaba que una mujer en casándose tenía quien la acompañase y defendiese! ¡Quien la diese protección y sombra!
Tenía aún la mirada muerta y el labio pendiente, tras su solitaria velada de whisky, más prolongada que las habituales. Mientras se lavaba, los perros se acercaron y le olfatearon las botas, meneando con pereza el rabo. Como las fieras amaestradas, los perros conocen el menor indicio de borrachera en su amo. Se alejaron con lentitud a echarse de nuevo al sol.
Han hablado del asunto con motivo del duelo que Tasso describe en Jerusalén libertada: el Conde ha desafiado en broma a papá, pero éste ha contestado meneando la cabeza: «Esas no son ya cosas de nuestra edad!...» ¡Esta respuesta me ha disgustado tanto! ¿Entonces se cree viejo? ¡Y apenas tiene cuarenta y nueve años!
Como vi que él quebraba la postura, no me contenté ir a la par con él, mas aun pasaba adelante; dos a dos y tres a tres y como podía las comía. Acabado el racimo, estuvo un poco con el escobajo en la mano y, meneando la cabeza, dijo: "Lázaro, engañado me has. Juraré yo a Dios que has tú comido las uvas tres a tres." "No comí, dije yo; mas ¿por qué sospecháis eso?"
Salió gritando y pidiendo auxilio; acudió primero Sardiola a sus voces, y meneando la cabeza, dijo: «Se acabó.» Miranda y Perico llegaron en breve; justamente estaban en casa por ser las once, hora de cambiar el lecho por el almuerzo.
Sí, señor hidalgo, Toledo no es ya Toledo exclamó esta vez, meneando el índice negativamente.
Apretóle la Reina contra su corazón con amor inmenso, y besándole en la frente, le dijo: Porque tú eres el hermano mayor, que eso es ser Rey... ¿Lo entiendes, Buby?... Y Dios te ha dado de todo, para que cuides en lo posible de que tus hermanos menores no carezcan de nada. Yo no sabía eso dijo Buby, meneando con pena la cabecita.
No quiso Dios, sin embargo, que acabase de manera tan prosaica criatura tan ideal; a la mitad de una gran galería, adornada con plantas exóticas, jaulas de pájaros y curiosidades de todos géneros, salió al encuentro de Villamelón el gran perro de Kamschatka, meneando cariñosamente la cola, y de repente, cual si resonasen en sus oídos aquellos acentos de Otelo: ...a compir la vendetta il ciel me invita,
Palabra del Dia
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