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Actualizado: 20 de junio de 2025
Pero Colón añadía tristemente el catalán descubrió las Indias, dando un golpe de muerte á la riqueza marítima del Mediterráneo. Además, Aragón y Castilla se juntaron, y la vida y el poder fueron contrayéndose al centro de la Península, lejos de todo mar. De ser Barcelona la capital de España, ésta habría conservado la dominación mediterránea.
El catalán terminaba hablando tristemente de la decadencia de la marina mediterránea: combates aislados con los berberiscos de galera á galera; expediciones inútiles á la costa de África; hazañas de Barceló, el marino mallorquín; navegaciones comerciales en polacras, tartanas, pingües, londros, laúdes y canarios.
Era dueño de buque, y temieron perder su cooperación cuando escaseaban tanto los medios de transporte. Además, el Mare nostrum, por su velocidad, merecía ser empleado aparte, en servicios extraordinarios y rápidos. Quedó en Marsella unas semanas esperando un cargamento de obuses, y callejeó como siempre por la capital mediterránea. Las tardes las pasaba en la terraza de un café de la Cannebière.
Muchas veces lo he dicho, y esta vez debo repetirlo: consultada la posición mediterránea de Mendoza, era hasta entonces un pueblo eminentemente civilizado, rico en hombres ilustrados y dotado de un espíritu de empresa y de mejora que no hay en pueblo alguno de la República Argentina; era la Barcelona del interior.
Roger de Lauria y Conrado Lanza habían venido de la Italia aragonesa á formarse como hombres de mar en la marina catalana. Génova y Venecia, enriquecidas por las Cruzadas y dueñas de numerosas factorías en Oriente, veían nacer con inquietud esta tercera potencia mediterránea. La coca catalana anclaba junto á sus naves en los puertos de Egipto, en la marina de Trebisonda, en el frío mar de Azof.
Dio la suerte á Caramano la parte mediterranéa de la Provincia de Frigia hasta Cilicia, y Philadelphia, aunque algun autor quiere, que este no fuese de los siete Capitanes, y que solo reinó en Caria: á Carcano la parte Frigia, que se estiende hasta Esmirna: á Calami y á su hijo Carasi, la Lidia hasta Misia Bitinia, y las demás Provincias junto al monte Olimpo, cayeron en la suerte de Otomano, que en aquella edad comenzó á ser temido, y á levantar poco después su Monarquía, venciendo y sujetando los demás Tiranos de las Provincias que vamos nombrando; con que quedó absoluto señor y Príncipe de todas ellas.
Eran los abuelos más remotos de la navegación mediterránea, los primeros capitanes conocidos por la Historia que habían transpuesto las columnas de Hércules, lanzándose á través del Atlántico misterioso. Uno había explorado las costas del Senegal; el otro subía más allá de Irlanda y las Orcadas. La antigua ciudad griega se había visto suplantada por otras durante largos siglos.
De este modo, acostándose, podían fundirse á la vez con la luz de la superficie y la penumbra del fondo, librándose de sus perseguidores. Todas las infinitas variedades de la fauna mediterránea se movían en los otros estanques. Pasaban por las láminas de cristal verdoso las salpas, las bogas y las obladas, vestidas de plata viva con bandas de oro en los costados.
El era un mediterráneo, y porque la nación en cuyo borde había nacido se desinteresase de la suerte del mundo no iba á permanecer indiferente. Debía continuar donde estaba. Cuanto decía Tòni de latinismo y civilización mediterránea lo aceptó ahora como grandes verdades. Tal vez no fuesen exactas al ser examinadas por la razón, pero valían tanto como las certidumbres de los otros.
Todos los tipos del vigor humano habían surgido de la raza mediterránea, fina, aguzada y seca como el sílex, haciendo el bien y haciendo el mal siempre en grande, con la exageración de un carácter ardiente que desconoce la medida y salta de la doblez á los mayores extremos de generosidad. Ulises era el padre de todos, el héroe cuerdo y prudente, y al mismo tiempo malicioso y complicado.
Palabra del Dia
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