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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Júpiter, aunque era tan desaforado y tan propenso á ponerse el mundo por montera, satisfaciendo su regalado gusto, elige para unirse á la ninfa Maya, haciéndola madre del dios de la elocuencia, inventor de la lira, alma de la danza, una noche obscurísima y un antro nemoroso y esquivo; y aun todavía, para ocultar mejor su unión á los dioses y á los hombres, les infunde antes dulce sueño.
Es que ha salido el gracioso, como si dijéramos el payaso. El brigadier arrugó el entrecejo. Esta salida inesperada no fué muy de su gusto. El carácter cómico anda de gatas, se pone en cuclillas, de bruces, canta, llora, chilla, gorgea, ladra, maya, ahulla, hace la gallina, hace el gallo....
Para éstos se reservan todas las atenciones, todos los agasajos, todas las demostraciones de afecto. ¿Ves ese hombre gordo?, dice un marido á su mujer: tiene que ir á La Maya. ¡Ay, el pobre!, exclama con tono doliente la señora. Por lo demás, las primeras horas del viaje son bastantes divertidas, sobre todo para los coleccionistas de armas de fuego.
Con igual vehemencia le amamos, aunque de manera distinta. Yo le amo como si fuera mi hijo. Cuando, a poco de darle vida, murió BU madre Maya Devi, por encargo suyo quedó Sidarta a mi cuidado. No quisieron los dioses que ella viviese, para que no padeciera lo que nosotras padecemos hoy.
Cuando más contentos estaban los alzados, llegó un confidente, no se sabe de dónde, y manifestó á Ivonet que una columna de Infantería, al mando del comandante Sanguily, avanzaba á marchas forzadas sobre La Maya, y que sus exploradores estaban ya muy cerca del poblado.
Esta circunstancia hizo creer en los primeros momentos, que el fuego que se sentía provenía de alguna escaramuza que libraba con los rebeldes el citado capitán Cossío, y júzguese, pues, de la sorpresa de los defensores de La Maya, cuando súbitamente los alzados se presentaron por el extremo opuesto, atacando resueltamente el cuartel de la Rural.
En este pueblo subieron al vagón muchos viajeros, y pude observar que los vecinos del lugar hacían preparativos para abandonar sus hogares. La población estaba alarmadísima. Pocos minutos después de salir de Songo, el silbato de la locomotora nos indicó que nos aproximábamos á una estación. Pregunté al conductor, y me respondió que íbamos á llegar á La Maya.
Así se hinchan todas las cosas por aquí. Por las lomas que rodean los pueblos de Songo y La Maya, hay una clase de negros que solo pueden compararse con los que hacen la vida primitiva en medio de las espesuras de las selvas africanas.
Acabo de llegar á esta hermosa y patriótica ciudad, después de visitar La Maya, ó hablando con más propiedad, el montón informe de humeantes ruinas que señala el sitio en que se levantó ese poblado, uno de los más bellos y pintorescos de esta región, que alguien, con mucho acierto, ha llamado "la Suiza Cubana".
Una nota cómica, al par que repugnante, del saqueo de La Maya, fué sin duda la que ofrecieron las mujeres negras que acompañaban á los alzados, las cuales, con un refinamiento de coquetería verdaderamente salvaje, penetraban en los establecimientos y casas particulares, y haciendo caso omiso de otro botín más valioso, se apoderaban con avidez de los frascos de perfume, que destapaban de cualquier modo, y vertían el contenido de los mismos sobre sus cuerpos sudorosos y jadeantes.
Palabra del Dia
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