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Es de advertir que el lugar de donde partían las detonaciones, conocido con el nombre de "El Platanillo," servía de campamento á una partida rebelde, á la que, durante la tarde, había salido á batir el capitán Cossío, quien al salir de La Maya, dejó encomendada la defensa del poblado, al cabo Angulo, de la Guardia Rural, con seis números.

El conde soltó una carcajada y se limpió la levita manchada de yeso. Pero ¿no tienes Inquisición en casa? El gato saltó de un rincón, bufando, y subió por los maderos. , allí veo la Suprema.... ¡cómo maya! ¿Qué ruido es este?

, señor; es el que maya... Hágame su mersé el favor de esconderse ahí, detrás de ese montón de leña. Después que él entre se puee usté ir. Hice como me mandaba, y asomando con precaución la cabeza pude ver en medio ya del patio, iluminado de lleno por la luz de la luna, a un hombre con blusa blanca que venía caminando lentamente a cuatro patas.

Estos se van, y saliendo el hombre del pueblo primero, le dice al hombre del pueblo segundo que el pan está caro, y que los pobres se están comiendo los codos de hambre, lo cual exaspera al hombre del pueblo tercero, que jura por Neptuno y el hijo de Maya que aquello no ha de quedar así.

A un dependiente del establecimiento de Celedonio Gómez le dijo Ivonet las siguientes palabras: "Dile á Pablo Correoso, que lo estoy buscando para darle machete. Hoy ha sido La Maya; pronto les tocará á Songo y El Cristo".

La maya. Especie de pequeño gorrión, que como el anterior, abunda de un modo fabuloso; se reunen en grandes bandadas, y vistas de lejos, por su pequeñez, más parecen insectos que aves. Otros, sin ser de utilidad inmediata, podrían ser objeto de un activo comercio por la hermosura de su plumaje, que indududablemente tendría aceptación en el comercio para la aplicación del adorno de sombreros.

Y Martín, con sus palabras, llegó a infundir ánimo en su mujer, acarició al niño, que le miraba sonriendo desde el regazo de su madre, abrazó a ésta y, montando a caballo, desapareció por el camino de Elizondo. Martín llegó al alto de Maya al amanecer, subió un poco por la carretera y vió que venía la tropa. Se reunió con Briones y ambos se pusieron a la cabeza de la columna.

Todos sus rasgos de audacia quedaron limitados al saqueo é incendio parcial de La Maya, que realizaron gracias á la cooperación de algunos negros habitantes del lugar y aprovechando la ausencia del destacamento de rurales que lo guarnecía, y á la destrucción de lugarejos indefensos y estaciones aisladas y desprovistas de toda protección.

. Yo les esperaré en la carretera, junto al alto de Maya. Martín se despidió del general y de Briones, y volvió a Añoa, para tranquilizar a su mujer. Contó a Bautista su conversación con el general; Bautista se lo dijo a su mujer y ésta a Catalina. A media noche, se preparaba Martín a montar a caballo, cuando se presentó Catalina con su hijo en brazos.

Largo rato permanecieron ambos oficiales en las oficinas telegráficas, enviando y recibiendo mensajes, y durante ese tiempo, y á fuerza de preguntar, logré saber que una partida rebelde estaba incendiando el poblado de La Maya, y que se habían comunicado órdenes al comandante Julio Sanguily, que con su columna se hallaba en las inmediaciones de Songo, de acudir inmediatamente al pueblo atacado.