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Actualizado: 6 de julio de 2025


La capilla de la catedral se trasladó en masa al coro de San Isidro reforzada por algunas partes rezagadas de la última compañía de zarzuela, que había tronado en Vetusta. Los sermones se encomendaron a otro jesuita, el Padre Martínez, que vino de muy lejos y cobrando muy caro.

Miró don Juan de una manera franca y valiente á Dorotea. Aquella mirada estuvo á punto de hacer llorar á la joven. ¡Ah, no; vos no podéis engañarme! dijo ésta , ya lo , y por eso confío en vos. Escuchadme, señora, y suceda lo que quiera; sabed todo lo que debéis saber: yo no soy sobrino de Francisco Martínez Montiño. ¡Ah! ¿No sois sobrino... del cocinero mayor de su majestad?

Muchas son ingeniosas y oportunas, como era de esperar de este erudito é instruído hombre de Estado, que, como pocos, conoce la literatura de su patria; pero se comprende fácilmente que nunca pudo ser su objeto profundizar esta materia. Casi todo cuanto dice Viardot en sus Etudes sur l'Espagne acerca del teatro español, es traducción de esta obra de Martínez de la Rosa.

Al cabo éste se detuvo un instante y le preguntó con voz alterada. ¿Cómo se llama V.? Juan. ¿Juan qué? Juan Martínez. Su padre de V. Manuel, ¿verdad? músico mayor del tercero de artillería ¿no es cierto? , señor.

Fué por entonces cuando Martínez, antiguo oficial de Belarmino, abrió, en la Rúa Ruera, hacia la cual parecían sentir querencia todos los zapateros, un establecimiento de calzado mecánico, «La Solidez», con género de Mallorca, de Almansa, de Barcelona, y anunciaba una remesa de los Estados Unidos.

Soy uno de tantos dijo Martínez . Para hombres valientes, la Legión. Allí que los hay. ¡Y los que han muerto!... Al principio había en ella soldados de todos los países. Pero los americanos se fueron desde que su República intervino en la guerra, y lo mismo los italianos y polacos.

El famoso conquistador Domingo Martinez de Irala siguió otro camino, que empezó en el puerto que llamó de los Reyes, y es precisamente una de las dos lagunas que hay al oeste de este rio, en la latitud de 17° 57' y 17° 50': de allí tomó recto al oeste, y penetró por los Chiquitos hasta el Perú. Por el mismo fueron

Se extraña de haber podido odiar á Martínez y deseado á esta mujer con tanta vehemencia. Sólo conoce ahora la melancolía de una tristeza enorme con el recuerdo de estos seres que ya no son, que empiezan á morir segunda vez al quedar olvidados por los que les conocieron. Unicamente pueden inmortalizarse en la memoria del príncipe, pobre memoria destinada á perecer á su vez dentro de unos años.

Manda, ordena, dispón, decide lo que quieras; paso por todo, ¡pero mía, mía para siempre! ¿Y qué sabes lo que es siempre? ¿Cuánto tardarías en cansarte otra vez de ? Y, sobre todo, no reparas en lo que hablas... y me estás ofendiendo. Óyelo bien; jamás engañaré a Martínez, lo juro. Lo hecho, hecho está. Y al decir esto, sonrió ligeramente, como burlándose de sus propias palabras.

La coronela, sin consideración á su grado inferior, recordaba á la generala las aventuras amorosas de su señora madre ó la época en que sus tías lavaban la ropa de los soldados. Hasta que el heroico Martínez, avisado del incidente, acudía á todo galope para meter su caballo entre ambas furias.

Palabra del Dia

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