Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 11 de octubre de 2025


Ahora, que nos encontramos frente a frente, espero que no intentaréis escaparos y nos daréis una respuesta clara y franca. ¿Recordáis, señores romanos, el delito que cometisteis la memorable noche del veinte al veintiuno de abril? MARCIO. ¿Lo recordáis o no? ¿Vosotros también os habéis olvidado de todo? No puedo continuar mientras no hagáis memoria.

Permitisteis que nos robasen, no nos defendisteis, nos abandonasteis cobardemente, y ahora nos acusáis de habernos venido, gustosas, con los romanos. Yo declaro, Marcio, que fuimos robadas, raptadas del modo más innoble. ESCIPIÓN. ¡Vamos, vamos! ¡Tapadle la boca al profesor! El pánico aumenta entre los romanos. MARCIO. Todo se arregla, pues; reconocen que fueron raptadas.

MARCIO. ¡Señores sabinos! La historia no podrá reprocharnos ni la lentitud ni la indecisión.

En la edad antigua, aun más antigua que la actual, cuando las aves y los insectos revoloteaban sin temor bajo los rayos del sol y no se conocía aún el crimen... MARCIO. ¡Escuchad! ¡Escuchad! ESCIPIÓN. ¿No habría modo de abreviar un poco? MARCIO. No, no es posible. ESCIPIÓN. Pues se dormirán. MARCIO. ¿Creéis? ESCIPIÓN. ¡Claro!

La firma no es legible; sobre ella hay una gran mancha, que proviene, sin duda, de las lágrimas derramadas sobre el papel por el autor arrepentido. Entre otras cosas, escribe que nuestras pobres mujeres tienen destrozado el corazón. ¡Proserpinita querida! MARCIO. ¡Pero escuchadme! ¡Me interrumpís a cada palabra con vuestros lamentos!

Las mujeres no podemos amar sino a los hombres fuertes, audaces. ¿Crees que nos da gusto ser raptadas, robadas, reclamadas, perdidas, encontradas y vivir siempre así? UNA VOZ. ¡Proserpinita querida! PROSERPINA. ¿Cómo te va, amigo mío? Apenas me habitúo a un hombre, llega otro y me roba; apenas me aficiono al nuevo marido, se presenta el primero y se empeña en que me vaya con él. ¡No, Marcio!

Animaos, dominaos, calmaos; contened la cólera sagrada que rebosa en vuestros corazones y esperad tranquilos el fatal desenlace. ¿Recordáis lo que os ha traído aquí? MARCIO. ¡Recordadlo! Creo que no ha sido por dar un paseo por lo que hemos venido con esos pesados libros. ¿Con qué objeto hemos venido aquí? ¡Decidlo! ESCIPIÓN. ¡Verdaderamente, señores, debéis responder cuando se os pregunta!

VOCES ROMANAS. ¡A las armas, ciudadanos! ¡Defended a nuestras mujeres! ¡A las armas! Dejadme hablar a Marcio. UNA VOZ TÍMIDA. ¿Eres , Proserpinita querida? PROSERPINA. , soy yo, amigo mío. ¿Cómo te va?... Venid aquí, Marcio. No temáis nada. ¿Os habéis percatado de que ni Cleopatra, ni yo, ni ninguna de las demás mujeres, queremos irnos con vosotros? Creo que está bien claro. MARCIO. ¡Cómo!

Si quieres conservar a la mujer, no la cedas a nadie; defiéndela de todo agresor, con las armas en la mano, sin retroceder ante los peligros, ante la muerte misma. Créeme, las mujeres saben apreciar tal suerte de heroísmo. Y ten en cuenta que las mujeres no traicionan sino a quienes las han traicionado antes. MARCIO. ¿Pero cómo podemos reñir con ellos? ¡Están armados, y nosotros estamos inermes!

MARCIO. ¡He aquí nuestras mujeres! Señores sabinos, dominaos. Os suplico que contengáis vuestros impulsos amorosos mientras no está arreglada la cuestión jurídica. Dos pasos al frente, un paso atrás; no olvidéis que es nuestra divisa. Hemos resistido largo tiempo a los raptores y sólo hemos cedido a la fuerza. Os juro, querido Anco Marcio, que no he cesado de verter lágrimas pensando en vos.

Palabra del Dia

limadas

Otros Mirando