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Actualizado: 17 de junio de 2025


El sistema muscular no ofrece particularidades notables; las punzadas y las sensaciones de contusion, de pesadez, de quebrantamiento, de cansancio y de frio, los calambres ligeros, las contracturas y la debilidad muscular, manifiestan tambien el aniquilamiento de la vitalidad, espresado por los estremecimientos musculares, los hormigueos, los adormecimientos parciales y momentáneos, por una debilidad muy grande y el marasmo.

Cuando al artista no le anima esa especie de alcohol espiritual del entusiasmo estético, se le ve caer en un marasmo parecido al que abruma a los desventurados esclavos del hachís y del opio.... Reyes había hecho a su modo un profundo estudio psicológico de los pobres tenores ex notables que venían a su pueblo averiados, como barcos viejos que buscan una orilla donde morir tranquilos, acostados sobre la arena; también sabía mucho de tiples de tercer orden que pretendían pasar por estrellas: aunque era muy joven todavía cuando había tenido ocasión de hacer observaciones, la reflexión serena le había ayudado no poco.

Esta es la conclusion, que por otra parte debe deducirse de las infiltraciones que siguen al marasmo, de la necesidad de estar sentado ó echado, de la pesadez en todo el cuerpo, de la debilidad intelectual y física, de la sensacion de frio, y de la facilidad á resfriarse.

En el estado crónico desarrollado por este medicamento, se observan grupos de síntomas especiales que sobresalen del cuadro de nuestras apreciaciones. Este estado está caracterizado, en general, por una tension y por un eretismo que conduce á la inercia de la fibra y á los flujos colicuativos, al marasmo, á la postracion paralítica.

Esa debilidad produjo la anarquía, hasta que la reacción contra ideas falsas y disolventes, ayudada por el cansancio de las eternas luchas intestinas, trajo por consecuencia inmediata los gobiernos fuertes, esto es, las dictaduras. Y así han vivido la mayor parte de los pueblos americanos, de la dictadura a la anarquía, de la agitación incesante al marasmo sombrío.

A una exaltación sentimental sucedía un marasmo del espíritu que causaba atonía moral; la horrorizaba pensar que en tales días eran indiferentes para ella virtud y crimen, pena y gloria, bien y mal. «Dios, como decía ella, se le hacía migajas en el cerebro y entonces sentía un abandono ambiente y una flaqueza de la voluntad que la atormentaban y producían pánico; el extremo de la tortura era el desprecio de la lógica, la duda de las leyes del pensamiento y de la palabra, y por último el desvanecimiento de la conciencia de su unidad; creía la Regenta que sus facultades morales se separaban, que dentro de ella ya no había nadie que fuese ella, Ana, principal y genuinamente... y tras esto el vértigo, el terror, que traía la reacción con gritos y pasmos periféricos».

No lloró, pero su hija María de la Luz, que comenzaba a ser una mocita, andaba tras él, animándolo para que saliese de su triste marasmo, para que no pasase las horas sentado en la plazoleta con la mandíbula entre las manos y la vista perdida en el horizonte, desalentado y triste como un perro sin dueño.

Entre el frío, la lluvia que, al ir a la Fábrica la acribillaba a alfilerazos en la piel o la bañaba con gruesos y anchos goterones que se deshacían aplastándose en su mantón, y la fatiga inherente a su estado, viose sumida en marasmo constante, que a veces iluminaba, a manera de relámpago que divide un cielo oscuro, aquella última y robusta esperanza en el advenimiento de la federal. ¡Cuán triste veía el cielo, y el aire, y todo en derredor!

Desde entonces, el señor Fermín tuvo una ocupación y sacudió el marasmo en que le había sumido el dolor. Escribía a su hijo y esperaba sus cartas. ¡Cuán lejos estaba! ¡Si él pudiese ir allá!... Otro día le agitó una nueva sorpresa. Sentado al sol, a la puerta de su casa, vio la sombra de un hombre inmóvil junto a él.

Lázaro, después de la visita de su tío, había caído en lúgubre abatimiento. Aquella fiebre angustiosa que llenaba la imaginación de alucinaciones terribles, haciéndole sufrir tan grandes tormentos, había degenerado en lento marasmo, en un letargo moral que le embrutecía.

Palabra del Dia

rigoleto

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