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Actualizado: 12 de junio de 2025
21 Así que, el que se limpiare de estas cosas, será vaso para honra, santificado, y útil para los usos del Señor, y aparejado para toda buena obra. 23 Pero las cuestiones locas y sin sabiduría, desecha, sabiendo que engendran contiendas. 24 Que el siervo del Señor no debe ser litigioso, sino manso para con todos, apto para enseñar, sufrido;
Febrer permaneció mucho tiempo inmóvil en la roca, con los codos en las rodillas y la mandíbula en las manos, sumido en sus pensamientos, hipnotizados los ojos por el manso subir y bajar de las aguas palpitantes.
Era la noche, como se ha dicho, escura, y ellos acertaron a entrar entre unos árboles altos, cuyas hojas, movidas del blando viento, hacían un temeroso y manso ruido; de manera que la soledad, el sitio, la escuridad, el ruido del agua con el susurro de las hojas, todo causaba horror y espanto, y más cuando vieron que ni los golpes cesaban, ni el viento dormía, ni la mañana llegaba; añadiéndose a todo esto el ignorar el lugar donde se hallaban.
El célebre Tajo, que un eminente poeta portugues ha cantado con tan rica inspiracion, se tiende humilde y manso á los piés de Lisboa: á juzgar por su riqueza de caudales, imita al poderoso mar en majestad, pero sus tranquilas ondas cristalinas, sin soberbia ni estruendo, confiesan su naturaleza de rio, pero de gran rio.
El asiento de Manso está cercano: Seguro estoy si fuera allá el bagage Y pueblo, el buen Virrey allí poblára, Que mucho á su pretenso le importára.
Los que cojeaban eran reanimados con ruidosos golpes de vara, que les hacían temblar desde las patas a las orejas. Un caballo manso, en la desesperación de su infortunio, intentaba morder a los «monos sabios» que se aproximaban. Entre sus dientes guardaba aún colgajos de piel y pelos rojos.
Aquellos ojos decían a todo el que los miraba: «Soy la expresión de esa España dormida, beatífica, que se goza en ser juguete de los sucesos y en nada se mete con tal que la dejen comer tranquila; que no anda, que nada espera y vive de la ilusión del presente mirando al cielo, con una vara florecida en la mano; que se somete a todo el que la quiero mandar, venga de donde viniere, y profesa el socialismo manso; que no entiende de ideas, ni de acción, ni de nada que no sea soñar y digerir».
Manso de Velazco, Amat, Jáuregui, O'Higgins y Avilés, después de haber gobernado en Chile, vinieron a ser virreyes del Perú.
En eso apareció Ricardo y preguntó: ¿Saldremos en los mismos caballos del otro día, no? Menos don Lorenzo que me decía que quería un caballo más grande que el overo. ¿Cuál le han ensillado, Baldomero? El tostado, don Melchor; es el más grande que hay... Grande y manso, le pedí; ¡no vaya a darme un potro! ¿Potro, dice, don Lorenzo?... Mire: ¡cuando ese caballo era potro usted no había nacido!...
Hombre manso y cristiano ante todo, muy devoto y muy creyente, dulce de maneras por lo general, y bastante bravo por lo particular cuando el caso lo permitía, don Eleazar de la Cueva era una especie de astrólogo para sus negocios, porque todos ellos participaban de ciertas formas nigrománticas, llenas de misterio, y se preparaban por procedimientos análogos a los que en lo antiguo se empleaban para buscar la piedra filosofal.
Palabra del Dia
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