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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Comía lo que le daban, acogía como indiscutibles todos los actos de su mujer, y curado ya de las manías románticas, sólo pensaba en los negocios y en conquistar una fortuna para que su esposa pudiese ver realizadas sus altas aspiraciones. Doña Manuela gozaba de una libertad absoluta, como jamás la había soñado.

En el primer instante tuvo la idea de aparentar complacer a su hermano, dando cuerda a su demencia; pero consideró al punto que era muy peligroso el sistema de fomentar, siquier fuese momentáneamente, tan descabelladas manías, y tan sólo dijo: Si insistes en esa locura, te abandonaré y entonces que llamarás a tu querido hermano.

La mujer es enferma... llena de manías... suele pasar temporadas larguísimas sin salir de sus piezas. ¿Será neurasténica? ¡Qué yo!... lo que es que lo hace víctima de sus caprichos. ¡Pobre Baldomero!... y tan jovial siempre. En ese momento llegaron a una pequeña zanja de casi un metro de ancho, que Melchor propuso saltar, como lo hizo en su zaino, deteniéndose del otro lado.

¿Cómo está don Fernando?... Sentía por el agitador un gran respeto desde sus tiempos de jornalero. La protección de los Dupont y la ductilidad con que se plegaba a todas sus manías, le habían elevado. Pero, como compensación a este servilismo que le había convertido en jefe del taller, guardaba un secreto afecto al revolucionario y a todos sus compañeros de la época de miseria.

Entre los compatriotas de esa alegre Megera se distinguian por sus extravagancias un ministro presbiteriano y otro anglicano en ciernes. El primero, largo de dos metros y medio, seco y cadavérico y lleno de manías, andaba siempre con una Biblia en hebreo, dando consejos, hablando solo, haciendo extrañas gesticulaciones, y retozando con los niños de algunas señoras.

El único rival temible para D. Santos era el conde de Onís; pero éste ya estaba descartado. Su carácter excéntrico, su misticismo y las extrañas manías en que daba con frecuencia, habían concluido por aburrir a la muchacha... Con estos argumentos y un formidable pisotón de inteligencia que Paco le dio, el Jubilado entró en razón y se puso de parte de ellos.

A pesar de esto, me quería y me cuidaba bien, y como siempre me estaba recordando que yo no tenía madre y que mi padre no se cuidaba de , la encontraba muy buena por tenerme a su lado y soportar mis defectos, y estaba tan acostumbrada a ella, a sus maneras un poco rudas y a sus manías, que cuando murió, no sabía qué hacer de mi vida sin ella.

Los hombres muy pensadores y ensimismados corren gran riesgo de caer en manías sabias, en ilusiones sublimes; que la mísera humanidad, por mas que se cubra con diferentes formas segun las varias situaciones de la vida, lleva siempre consigo su patrimonio de flaqueza.

Sigue fiel a sus manías; nunca dice adonde va, y eso que, aunque me esté mal el decirlo, aquí se le traía con las mayores consideraciones. Doña Manuela se levantó al ver en una de las puertas a Nelet, que volvía de casa con la espuerta vacía. Buenas tardes. Aún tengo que hacer muchas compras. Adiós, Antonio; un beso, Teresa; y no olviden ustedes que esperamos a Andresito esta noche. Adiós, Juan.

Y cuando llegan las nuevas contratas, los mercenarios ruiseñores levantan otra vez el vuelo, indiferentes, sin importarles dónde van; y de nuevo los trenes y los steamers los distribuyen por toda la tierra con sus ridiculeces y manías para recogerles meses después y devolverles a la Galería, su legítima casa, el escenario fijo en el cual han de arrastrar su vejez.

Palabra del Dia

bagani

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