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Actualizado: 21 de junio de 2025
Una noche, pues, ardiendo más en tales deseos, que con la fiebre que interiormente le abrasaba, sintió que se acercaba una como multitud de gente que hacía gran estruendo y ruido, y era una cuadrilla de demonios que huía de la iglesia maldiciendo aquel santo lugar y á los neófitos que en él se estaban disciplinando, y llegándose á su choza le dijeron: «Mira, mira cómo se azotan los indios; ¿no ves con cuánta razón te predicamos que no te dejes engañar de las patrañas de estos malvados?
Después de haber aquellos malvados cometido esta bárbara traición, dieron sobre los compañeros del P. Joseph, los cuales, movidos ya, de sus palabras, y mucho más de su ejemplo, se dejaron matar sin la menor resistencia, haciendo este acto de generosidad y mansedumbre, cuando tan fácilmente, aunque tan pocos, se podían defender á sí mismos y al Padre con los mosquetes que traían.
19 Por cuanto quebrantó y desamparó a los pobres, robó casas, y no las edificó; 20 por tanto, no sentirá él sosiego en su vientre, ni escapará con su codicia. 21 No quedó nada que no comiese; por tanto su bien no será durable. 22 Cuando fuere lleno su bastimento, tendrá angustia; las manos todas de los malvados vendrán sobre él. 24 Huirá de las armas de hierro, y el arco de acero le atravesará.
Pero Dios Nuestro Señor que había tomado á su cuenta el castigo de las maldades de aquellos malvados, quiso que pagasen ahora la pena, y singularmente los capitanes, que aquí quedaron muertos, pagando juntamente de una vez todas las deudas de las iniquidades que habían cometido en la destrucción de los pueblos de Villarica del Espíritu Santo en la gobernación del Paraguay, disponiendo fuese la victoria, no á costa de mucha sangre de ambas partes como se pensaba, sino á costa de los nuestros y á mucha de los enemigos; porque mientras un indio intimaba el orden á los enemigos, adelantándose ciertos soldados para recibir las armas de los capitanes, un criado de éstos les detuvo disparándoles un fusilazo, matando á uno de ellos.
Pero ellos no tienen la culpa. Tienen la culpa los otros, los sabios, los declamadores, los que les educan, esos malvados charlatanes que profanan el don de la palabra en los infames conciliábulos de las Cortes. Tienen la culpa los revolucionarios, rebeldes á su Rey, blasfemos de su Dios, escarnio del linaje humano. ¡Oh, Dios de justicia! ¿No veré yo el día de la venganza?"
Desde entonces, la ciudad medioeval es una agrupación teocrática de visionarios a la expectativa del fin del mundo y del juicio final, levantando castillos, presidios, horcas y fortalezas para defenderse de la barbarie natural de los malvados vivos, y santuarios, templos, conventos y oratorios para procurarse la gracia divina, conseguir milagros y defenderse de la barbarie sobrenatural de los malvados muertos, a quienes la teología ha dado una segunda existencia, infinitamente peor que la primera, en los demonios, las brujas, los duendes, los fantasmas, las ánimas en pena, etc., etc.
El que se ha portado con un amigo que le abría con toda su confianza su corazón, como usted se ha portado conmigo, es el último de los miserables, señor de Sorege. He visto en el presidio de que vengo muchos malvados, pero ninguno tan perfecto como usted. ¡Eso es lo que usted quiere, un duelo conmigo, que le levante y que le lave! Se engaña usted. No busco tal duelo.
4 Porque si Dios no perdonó a los ángeles que habían pecado, sino que habiéndolos despeñado en el infierno con cadenas de oscuridad, los entregó para ser reservados al juicio; 5 y si no perdonó al mundo viejo, mas guardó a Noé, predicador de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de malvados;
Palabra del Dia
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