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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Esta, Adela le dijo Juan, poniendo ante ella, antes de sentarse, una de las tazas de coco negro, en la que la espuma hervía tornasolada. ¡Malvado! le dijo Adela, mientras que todos reían ; ¡me has dado la de la ardilla! Eran unas tazas, extrañas también, en que Juan, amigo de cosas, patrias, había sabido hacer que el artífice combinara la novedad y el arte.
Acérquese usted, granuja, arrime usted una silla y venga usted a pedir perdón a Elena de haberla escandalizado hace un momento. Elena nada había hablado a la condesa de las opiniones de Núñez. Siento mucho que no le parezcan bien y si hubiera sabido su disconformidad me guardaría de emitirlas. Debiera usted suponerlo, malvado, porque Elena adora a su marido. Volvemos a lo mismo, condesa.
De una de estas uniones nació Felisa que pudo ser el consuelo de su madre; pero el marido la dio a criar en tierra extraña, y al cabo de unos cuantos meses dijo que había muerto. Por último, aquel malvado reprodujo con caracteres más repugnantes la tradición o leyenda de la mujer de Candaules, y una noche, cenando con tres amigos, subastó entre ellos a su esposa.
El mismo instrumento de muerte sirve para el monarca ó el tirano que lo inventó, como para el súbdito oprimido; para el mártir generoso, como para el malvado. El hacha destruye una ó muchas cabezas; jamas una idea, un principio ó un interés social.
Poseído el maestro de esta verdad, y encontrando ya sólo de este modo expresiva la acción, hizo acopio de toda su energía para dar a puño cerrado en el cínico rostro de aquel malvado.
La plaza fue tomada por los insurrectos de un modo insidioso y por sorpresa. Un malvado denunció al coronel ante el gobierno de Madrid como culpable de traición, aseverando que se hallaba en connivencia y sobornado por el enemigo.
Sólo dos cosas negó la Naturaleza a la Fortuna, que ni puede hacer generoso al mezquino, ni consigue acallar el remordimiento en la conciencia del malvado.
El mismo sobresalto que un buen día, al influjo de vivísima alarma, me había empujado maquinalmente hacia Nièvres y me había hecho caer allí como un accidente, puede ser como una catástrofe, me hacía vagar, en medio de la noche, por aquella casa confiada y dormida, me conducía a la alcoba de Magdalena y a ella llegaba como un sonámbulo. ¿Era yo un desventurado en el colmo del sacrificio, enceguecido por el deseo, ni mejor ni peor que mis semejantes? ¿era un malvado?
El Arcediano querría confesar a la de Quintanar, es natural, él es muy amigo de darse tono, y de que digan.... ¡Dios me perdone! pero creo que le gusta que murmuren de él, y que digan si enamora a las beatas o no las enamora.... ¡Es un farolón... y un malvado! Madre, usted exagera; ¿cómo un sacerdote?...
Alguna vez, arrastrada de su temperamento impresionable, sintió impulsos vehementes de seguir el ejemplo de Judith, haciendo expiar a algún malvado tan horribles sacrilegios. Quisiera tener en su mano a los perseguidores de Jesús para deshacerlos y convertirlos en polvo.
Palabra del Dia
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