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Actualizado: 23 de junio de 2025
Mis ojos negros no hacían pensar que yo me impacientase en las tristezas de la espera de un esposo soñado; mis cabellos indisciplinados, de matices cenicientos, no atestiguaban un carácter melancólico, y mi sonrisa no indicaba ninguna decepción del corazón. La abuela sonrió maliciosamente sin dejar de mover la cabeza. Sí, sí; confieso que no has llegado todavía a la decrepitud.
Y con los ojos entornados, sonriendo maliciosamente, esperaba la respuesta, adivinándola. ¿Qué me falta? El amor; lo que tenía contigo. Y con la vehemencia de otros tiempos, como si aún estuvieran entre los naranjos de la casa azul, el diputado daba salida a sus melancolías de ocho años. La ofrecía la imagen inspirada por su tristeza.
Es un angelito, como dicen las viejas añadió maliciosamente Juncal, que parecía gozarse en la cólera del hidalgo ; sólo que angelito hembra. A estas cosas hay que resignarse; no se inventó el modo de escribir al cielo encargando y explicando bien el sexo que se desea.... Otro espumarajo de rabia y grosería brotó de los labios de don Pedro. Juncal rompió a reír, secándose con la toalla.
El muy truhán sonrió maliciosamente cuando vio que le mandaban detenerse en medio del campo, y que llevaban sables debajo de las mantas. ¡Buena suerte, caballero! le dijo al valiente Ayvaz. Nada tenéis que temer, porque yo doy la suerte a mis clientes. Aun no hace un año llevé en mi coche a uno que había muerto a su adversario.
Cuando veía fracasar a un compañero en alguna, sonreía maliciosamente y se daba a sí mismo el parabién por el gran talento de que estaba dotado. Si rendía ganancias, sacudía la cabeza murmurando con implacable pesimismo: "Al freir será el reir". Económico, avaro mejor dicho, hasta un grado escandaloso en su casa.
El cura volvió á mirar á Octavio, sonriendo esta vez maliciosamente, y prosiguió: Don Baltasar es una buena persona... todo un caballero... muy cumplido en sus tratos... ¡y un padrazo, señor conde, un padrazo!... El conde alzó la cabeza y dirigió una larga mirada á Octavio. Los demás interlocutores también volvieron hacia él la vista.
¿Y estos no son más valientes que los demás españoles? preguntó el extranjero maliciosamente. No lo sé; yo no lo creo, por lo menos. Yo, ahora mismo, si tuviera quinientos hombres tomaba Estella por asalto y le pegaba fuego. ¡Ja! ¡Ja! Es usted un hombre extraordinario. Es que lo digo porque lo creo.
Durante todo el camino los dos charlaban y se contradecían. El cura reprochaba a Bernardo que no fuera a misa, y éste respondía: Mi mujer y mis hijas van por mí... Bien sabéis, señor cura, que así somos nosotros. Las mujeres tienen religión por los hombres. Ellas nos harán abrir la puerta del Paraíso. Y maliciosamente añadía, dando un suave latigazo a la vieja yegua: ¡Si lo hay!
No se inmuta; sonríe maliciosamente y llama con voz ronca a sus hermanos de armas. ¡Qué confusión, qué espanto entre aquellas risueñas hijas de los bosques al aproximarse en columna cerrada los hijos de Marte! Sin recoger las mantillas, ni los guantes, ni las sombrillas, nada en suma de lo que las pertenecía, huyen y se desbandan por la floresta lanzando gritos de terror.
Presentación vacila un momento, mira de reojo al violinista, sonríe maliciosamente y se deja arrastrar al baile por tal odiosísimo sujeto, a quien desde aquel punto dedica Timoteo toda la hiel que elabora su organismo.
Palabra del Dia
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