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Actualizado: 23 de junio de 2025


Delicioso manjar es por cierto, pero yo declaro que todo el que se regala comiéndole sin escrúpulo de conciencia, no tiene derecho para maldecir de las corridas de toros. Y yo de buena tinta que los señores marqués de San Carlos y D. Luis Vidart gustaban del foie gras y le comían a menudo.

Eva es la que tiene la culpa de la falta de igualdad que hay en el mundo, y los que pasamos la vida rabiando para servir y engordar á los otros debemos maldecir á la primera mujer por la esclavitud á que nos condenó. Pero ¿qué cosa mala no han hecho las mujeres?

Si el término del progreso no es la desesperación momentánea, poética y romántica de un poeta impresionable, sino la desesperación reducida a reglas y demostrada como una serie de teoremas de Geometría, convenga V. en que debemos maldecir el progreso. Aquí tiene V., pues, las dos cosillas que me afligen.

Hace mucho tiempo que este secreto pesa sobre mi conciencia y que el remordimiento me tortura... Hablas de lo que has sufrido... Vas á saber lo que he sufrido yo y después compararás. Acaso tu prisión no era más dura que mi libertad, porque tenías derecho de llorar, de maldecir, mientras que yo estaba obligada á brillar, á divertir á los demás, á encerrar mi dolor en misma.

Antojábasele una crueldad de fiera, un egoísmo de piedra, la indiferencia universal; ¿por qué hablaban todos los vetustenses de mil y mil asuntos que a él no le importaban, y por qué nadie adivinaba su dolor, ni le compadecía, ni le ayudaba a maldecir a los traidores y a castigarlos?

Por el pobre todos pasan los ojos como de corrida, y en el rico los detienen; y si el tal rico fue un tiempo pobre, allí es el murmurar y el maldecir, y el peor perseverar de los maldicientes, que los hay por esas calles a montones, como enjambres de abejas.

El último lucero en el Levante Asoma y triste tu partida llora: Cayó de tu diadema ese diamante Y adornará la frente de la Aurora. ¡Oh, luna adiós! Quisiera en mi despecho, El vil lenguaje maldecir del hombre.

Clara era inocente, así lo comprendió; mas por una de esas misteriosas depravaciones que experimenta el espíritu de los hombres preocupados por una idea fija, aferrados tenazmente a una abstracción, casi se sentía molesto de que lo fuese. Quisiera poder gritar con furor «¡ah! ¡la vida!» y maldecir como siempre de la creación. Sufrir, morir, tal es el destino del hombre.

Al terminar éstas, un silencio de muerte caía sobre las inmensas soledades, retirándose las bandos de jornaleros a los pueblos de la sierra, para maldecir de lejos a la ciudad opresora. Otros mendigan en ella, viendo de cerca la riqueza de los amos, sus ostentaciones bárbaras que incubaban en las almas de los pobres un deseo de exterminio.

Hasta los criados contenían la murmuración soez y maliciosa cuando en sus conversaciones se pronunciaba el nombre de Lázaro, pues no hallando en quien le llevaba sino virtudes sinceras, tenía la baja lengua que callar, aun estando tan diestra en maldecir.

Palabra del Dia

rigoleto

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