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Actualizado: 14 de julio de 2025


Ni conocerá usted el mundo, ni el corazón humano. Escasamente. ¿Y cómo representará usted tantos caracteres distintos? Le diré a usted: si hago de rey, de príncipe o de magnate, ahuecaré la voz, miraré por encima del hombro a mis compañeros, mandaré con mucho imperio...

Otros suponían una comparsa de bufones, cuyo oficio era distraer, a la antigua usanza, los ocios del magnate moderno. Creíase también en un tropel de locos y de idiotas que, por caridad más que por humorismo, cuidaba el joven en su propia casa.

Está el ilustre prisionero sentado á un banquete á que le convida el magnate sarraceno... Dígalo mejor el romance. «Y despues de haber servido mil manjares á su usanza, dice el rey: Gonzalo amigo, un costoso plato falta. En esto vino una fuente que cubria una toalla, y en ella siete cabezas, de aquel tronco muertas ramas. Mira la fuente Gonzalo, y dice: ¡Ay, fruta temprana!

No reina la misma uniformidad de pareceres, y aun son muy distintas las versiones respecto á cierta cadena que hermoseaba su chaleco, pues aunque todos convienen en que era de double, hay quien asegura ser alhaja de familia, y haber pertenecido á un magnate de la casa, que fué virrey de Napóles, donde la compró á unos genoveses por un grueso puñado de maravedises.

A la derecha, hay unos cisnes sumergiéndose en el agua; a la izquierda, una barca con dos jóvenes campesinos. Lo he comprado por la delicadeza del colorido tan sólo... Al señor Duque le gustan por lo visto los buenos cuadros dijo don Rufo plegando la boca hasta las orejas para sonreir. ¿Y a quién no le gustan? respondió el magnate clavando en él sus ojos muertos de besugo.

Obdulia hablaba con el Magistral y Joaquinito Orgaz; el Marqués discutía con Bermúdez, que inclinaba la cabeza a la derecha, abría la boca hasta las orejas sonriendo, y con la mayor cortesía del mundo ponía en duda las afirmaciones del magnate. , señor, yo derribaba San Pedro sin inconveniente y hacía el mercado....

Si no fuese porque este drama peca en alto grado por la hinchazón gongorina de su estilo, igualaría á la titulada Del Rey abajo, ninguno. El argumento es de interés extraordinario, y su disposición, en su mayor parte, se distingue por su acierto y su arte. Enrique, hijo del rey de Sicilia, criado en casa de Roberto, magnate del reino, concibe viva pasión por Blanca, hija de su bienhechor.

El rostro del magnate se contrajo fuertemente. ¡Silencio! Ni una palabra más de ese asunto. Quedó serio, taciturno, con los ojos clavados en el fuego. Miss Florencia no se atrevió á interrumpirle. Al cabo su semblante contraído se fué dilatando por una sonrisa amarga, y profirió: No jamás de antemano lo que he de hacer. Obedezco á la inspiración del momento. Buscando salvación.

Hasta llegó a imaginar que le apadrinaran los Reyes, o en su nombre algún empingorotado magnate, pero fue tan mal recibido en Palacio, al tantear la voluntad de las personas elegidas in mente por el cortesano para aquel fin, que se trastornaron sus planes.

En los primeros meses los agasajos y la dulzura que emplea todo el que trata de persuadir, hicieron su efecto, predisponiendo los ánimos á la protección de que fué objeto la misión. Más tarde surgieron varios conflictos, creados primeramente por la intemperancia del magnate, el cual, oyendo un día y otro las excelencias del bautismo, quiso fuese patrimonio exclusivo de ellos y sus hijos.

Palabra del Dia

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