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Actualizado: 14 de junio de 2025
La propiedad que mi padre había arrendado, antiguo feudo de un magnate polaco, estaba inmediata a la frontera prusiana, en una montaña, uno de cuyos lados descendía en suave declive por un parque inculto, hacia unos campos desnudos, mientras que el otro caía a pico en una pequeña corriente de agua, en cuya orilla opuesta se hallaba una miserable aldea polaca.
Lo repito; el arte que en el trascurso de tantos siglos habia adulado al fuerte, al noble, al rico, al poderoso, vuelve hoy los ojos á un pobre soldado, á un hombre insepulto, á un giron de carne, destinado á servir de alimento á los buitres, y le levanta en esos lienzos un magnífico panteon. ¿Qué mausoleo de ningun magnate de la tierra vale tanto como esa pintura?
En la apariencia, la amistad entre ellos seguía inalterable. La poca gente imparcial que había en Sarrió iba creyendo que no había misterio alguno en su traslación y que todo era imaginaciones ridículas de los del Camarote, a quienes cegaba el deseo de vencer a sus contrarios. Sin embargo, pasaban los días, había entrado ya septiembre, y ni el hijo ni el hermano del magnate acababan de llegar.
Don Modesto se puso muy erguido; tomó en su mano un pliego cuidadosamente doblado y sellado, apretó lo más que pudo al cuerpo el brazo, bajo el cual se hallaba la desventurada rotura, y presentándose ante el magnate, le saludó respetuosamente, colocándose en la estricta posición de ordenanza.
Todo lo contrario de lo que yo esperaba, el magnate resultó ser un investigador incansable, y mientras él dedicaba largas horas a explorar en los archivos de la Corte, me enviaba a menudo en busca de documentos a Provincias.
Por lo demás, a ella y a sus dos hermanas, las llamaban los plebeyos «Las tres desgracias», y a su señor padre, barón de la Barcaza, el barón de la Deuda flotante, aludiendo al título y a los muchos acreedores del magnate. Refugiábanse en el círculo aristocrático, donde también entraban, por especial privilegio, Visitación y Obdulia, pariente de nobles.
Mira, hermana, mi amigo es tan rico y abundan tanto en su casa los objetos de toda laya, que lo mismo que aparece como indostaní en la fotografía, hubiera podido aparecer griego del tiempo de Pericles, magnate egipcio de la época de los Faraones o de los Ptolomeos, Mirza contemporáneo de Hafiz o señor feudal del siglo de la primera cruzada.
Si los allegados al Conde de Essex seguían naturalmente el ejemplo del magnate, los agasajos de uno de ellos, de Francisco Bacón, que le recibía á mesa y mantel en Twickenham-Park, dieron origen á un testimonio irrecusable.
Venturita acogía aquellas galanterías confusa, sonriente, con vivos temblores de gratitud, sin comprender que en aquel momento no representaba para el magnate más que «la dama que estaba a su derecha».
Doña Cristina ansiaba que este hijo único, objeto de mimos y cuidados como un príncipe heredero, fuese sacerdote. ¡Verle cantar la primera misa!... Luego canónigo; luego prelado. ¡Quién sabe si, cuando ella no existiese, otras mujeres le admirarían precedido de una cruz de oro, arrastrando el manto rojo de cardenal-arzobispo, rodeado de un estado mayor de sobrepellices, y envidiarían á la madre que había dado á luz este magnate eclesiástico!...
Palabra del Dia
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