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Actualizado: 14 de junio de 2025


1632 ó 1633. «Viaje del Infante Cardenal D. Fernando de Austria, desde 12 de abril 1632, que salió de Madrid con Su Magestad D. Felipe IV, su hermano, para la ciudad de Barcelona, hasta 4 de noviembre de 1634, que entró en la de Bruselas. Por D. Diego de Aedo y Gallart. Amberes, 1635

Pero este reparo no me hace fuerza, considerando que dicho Roxas entraria por algun acaso á la tierra y ciudad de los Césares, como indio Peguenche, disimulado de los otros indios, y atendió solo á lo visible, sin detenerse en tales particularidades; y por la relacion tan sencilla que hace en su informe, se advierte que su cuidado se redujo á informar á Su Magestad ser cierto que habia tal ciudad de los Césares españoles.

D. Luis de Guzman Ponce de Leon, Embaxador ordinario de la Magestad Catholica á la Santidad de Alexandro Pontifice Maximo, hizo en Roma por el Nacimiento de el Serenisimo y Altisimo Principe de las Españas Don Carlos Felipe de Austria. Escrita por Don Enrique de Sevilla. Roma, 1662.

Y no solo este se debe examinar, pero tambien el del Rio Colorado, en donde su Magestad manda que en su embocadura se ponga un fuerte de menor consideracion para defender igualmente su entrada. Toda la circunferencia de la bahía que se acaba de descubrir, se debe examinar escrupulosamente para ver si en ella desemboca algun rio caudaloso y navegable: porque hallándose, será esta bahía buscada.

Ofrecíanse ante él, como otros tantos dioses vengadores, la obligacion, la gratitud, la magestad suprema violadas: combatia y vencia; pero una victoria á cada instante disputada, le costaba lágrimas y suspiros.

Pero qué mucho, si es aqueste el doto Y grave DON FRANCISCO DE FARIAS? Este, de quien yo fui siempre devoto Oraculo y Apolo de Granada, Y aun deste clima nuestro y del remoto, PEDRO RODRIGUEZ es. Este es TEJADA, De altitonantes versos, y sonoros Con magestad en todo, levantada. Este, que brota versos por los poros, Y halla patria y amigos donde quiera, Y tiene en los agenos sus tesoros,

Una de ellas es gótica, otra greco-romana; mas producen ambas la misma impresion, admiran todas por la magestad de sus líneas y la grandiosidad de sus formas. Los reinos de Córdoba y Sevilla no son tan fecundos en obras monumentales como otras provincias; mas hasta en pueblos de segundo orden ofrecen páginas notables.

El portador desta dirá a V. Ex.^a el estado en q. estoy. Yo diré aquí q. Esperando de dia en dia la venida de V. Ex.^a y llegada a Fontanableo, tiene allá algunos dias vn despacho mio para V. Ex.^a el señor Gil de Mesa. El dará quenta de los señores q. han tomado a cargo fauorescerme con su Magestad o pedirle licencia q. Ellos me ayuden.

Yo no gusto de cosas sobrenaturales, dixo Zadig, ni he podido nunca llevar en paciencia ni los hombres que hacen milagros, ni los libros que los mentan: y si quiere vuestra magestad permitir que haga la prueba, quedará convencido de que mi secreto es tan fácil como sencillo. Mas se pasmó Nabuzan, rey de Serendib, al oir que era sencillo el secreto, que si le hubiera dicho que era milagroso.

No pedimos que Vuestra Magestad nos otra cosa, dixo Cacambo, que algunos carneros cargados de víveres, de piedras y barro del pais. Rióse el rey, y dixo: No se qué, pasion es la que tienen vuestros Europeos á nuestro barro amarillo; llévaos todo el que querais, y buen provecho os haga.

Palabra del Dia

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