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Actualizado: 14 de mayo de 2025
SUMA Y NARRACION DE LOS INCAS que los indios llamaron CAPACCUNA, que fueron Señores en la ciudad del Cuzco, y de todo lo á ella subjeto, que fueron mill leguas de tierra, las cuales eran desde el rio de Maule, que es delante de Chile, hasta de aquella parte de la ciudad del Quito; todo cual poseyeron y señorearon hasta que el marqués don Francisco Pizarro lo ganó é conquistó é puso debajo del yugo é dominio real de Su Magestad, en la cual SUMA se contiene la vida y hechos de los INCAS CAPACCUNA pasados.
Cuyos motivos y no haber encontrado algo que se oponga a las Regalías de Su Magestad, grangean de justicia la licencia de la Estampa. Mallorca y Agosto 18 de 1691. D. Diego Jerónimo Costa Abogado Fiscal Patrimonial. Imprimatur El Conde de Santa María de Formiguera, Lugartinente de Virrey y Capitán General de Mallorca.
Tratavanle de Magestad al César, el bonete que llevaba era de oro y grana, y su remate casi como el del Emperador, la capa de grana, las media y zapatos de color celeste, y la silla como la del mismo emperador, pero sin águilas, iba junto al Emperador en las públicas entradas y acompañamientos, y vivia dentro de su Palacio.
Estas son las causas de donde se originó tan cruel rebelion contra la Magestad y los europeos; pero añadiré otra que á mi ver es el principal fundamento de este sangriento suceso.
Aunque el primero es de mas importancia que el segundo, este es mas pronto y fácil, porque el gasto de la Provincia no cesa; y impetrando órden de Su Magestad, para que no se permita en España embarque y conduccion de este género á los puertos del Rio de la Plata, y se prohiba el que las carretas salgan para las Salinas como hasta aquí se ha practicado, se queda este provecho á beneficio de aquella poblacion, y sus vecinos, ocupados en las tareas de sus acopios y en el despacho de sus frutos, logran la provechosa utilidad de esta industria y comercio; que con la pesca de la ballena establecida en el puerto de San José será mas importante.
Lo que alcanza el soldado en premio de la victoria sirve más para el gusto que para la necesidad, y así se distribuye con mucha largueza en juegos, en camaradas, y en banquetes; pero la paga se estima siempre como cosa que se dá en precio de su trabajo, y de su sangre, y acude con ella á su necesidad, y siente mucho que ésta se le niegue, ó se dilate, y más cuando el Príncipe gasta con gran largueza en una vana ostentacion de su Magestad, y deja de acudir á esta obligacion, en la cual se funda y apoya la verdadera grandeza de los Reyes.
Llega uno á perderla de vista en el seno de aquel estenso bosque de columnas: recorre el monumento, da con ella y siente palpitar de ira el corazon al ver tal sacrilegio. ¿Qué? ¿no habia otro local en Córdoba donde levantar esta capilla? ¿Cómo no fueron á sentarla sobre las ya dispersas ruinas de otros monumentos? ¿no advirtió Alonso Manrique que iba á profanar una mezquita respetada por las armas del mismo S. Fernando? ¿una mezquita, única en su género, sin igual no solo en España, sino en las opulentísimas ciudades del oriente? ¿una mezquita que encierra en sí sola toda la historia del arte árabe, una mezquita que es el mas bello álbum que nos legó un gran pueblo? ¡Ah! diria él: ¡es preciso que la cruz brille radiante de magestad y gloria en el último templo del Profeta! ¡es preciso que desaparezca el carácter marcadamente sensual del monumento! ¡es preciso que el viajero respire en él solo el aire de la religion cristiana!
Este razonamiento petó á Cacambo: tal es la manía de correr mundo, de ser tenido entre los suyos, de hacer alarde de lo que ha visto uno en sus viages, que los dos afortunados se determináron á dexarlo de ser, y á despedirse de Su Magestad. Haceis un disparate, les dixo el rey: bien se que mi pais vale poco; mas quando se halla uno medianamente bien en un sitio, se debe estar en él.
Con magestad real, con inaudita Pompa llegó, y al pie del monte para Quien los bienes del monte solicita: El Licenciado fue JUAN DE VERGARA El que llegó, con quien la turba ilustre En sus vecinos medios se repara. De Esculapio y de Apolo gloria, y lustre, Sino digalo el santo bien partido, Y su fama la misma envidia ilustre.
Cuando me sea mandado que escriba, y dé mi parecer acerca del remedio que se podia poner para regular estos padres sin ofensa ni daño suyo, antes con grandisimo útil, deseándoles hacer monarcas de las almas que son el verdadero tesoro de Cristo, y no del mundo y de sus intereses que es cieno vilisimo, me ofrezco á hacerlo con toda caridad y con las fuerzas que mas se sirviese darme su Divina Magestad.
Palabra del Dia
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