Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 5 de junio de 2025


Únicamente los zagales y los gañanes en toda la pujanza de su juventud, le metían la cuchara en las mañanas de invierno, engulléndose este refresco, mientras el vientecillo frío les hería las espaldas. Los hombres maduros, los veteranos del trabajo, con el estómago quebrantado por largos años de esta alimentación, manteníanse a distancia, rumiando un mendrugo seco.

Entre las gentes que le conocieron en otro tiempo, muchos sin duda habrían desaparecido. Los hombres maduros de entonces serían ahora ancianos y habrían tomado su puesto los jovenzuelos de otros días, preocupándose muy poco por lo pasado. La misma señora Princetot tendría ya cincuenta y cuatro años, y es natural que la edad la hubiese hecho más discreta.

Yo, una vez pronunciado mi discurso, di por terminada mi actuación política, para correr como simple viajero la hermosa isla que vio en la Edad Media los paseos meditativos del gran Raimundo Lulio filósofo, hombre de acción, novelista y en el primer tercio del siglo XIX sirvió de escenario a los amores románticos y algo maduros de Jorge Sand y Chopin.

También al lado y dentro del albercón, y a poca distancia de él, donde hay un vallado o seto vivo de zarzamoras, granados y madreselvas, que limita y defiende las huertas, y sobre el cual seto se pone a secar la ropa lavada, se extiende y dilata la tertulia democrática y popular con mucha charla, risotadas, jaleos y retozos, pues no faltan nunca zagalones y hasta hombres ya maduros que acuden por allí atraídos por las muchachas, como acuden los gorriones al trigo.

Cuando no existían aún los hombres maduros del presente, se refugiaron los dos en esta felicidad mediocre, en este aislamiento egoísta soñado durante largos años de trabajo: una casita rodeada de flores, con algunos árboles; un gallinero para ella, un pedazo de tierra para él, aficionado al cultivo de legumbres.

Y como si la suerte se complaciera en allanarle todos los caminos que emprendía, dale la corazonada de jugar un billete a la lotería, y le cae, como quien nada dice, más de medio millón. Este golpe inesperado le puso a pique de desbaratar sus maduros proyectos, excitándole a darse por satisfecho de los mimos de la suerte, y a quedarse a vivir de sus rentas en Madrid.

En vez de los símbolos de la gula é incontenencia de sus hermanos en Europa, los de Manila tenían el libro, el crucifijo, la palma del martirio; en vez de besar á las simples campesinas, los de Manila daban de besar gravemente la mano á niños y á hombres ya maduros, doblados y casi arrodillados: en vez de la despensa repleta y del comedor, sus escenarios de Europa, en Manila tenían el oratorio, la mesa de estudio; en vez del fraile mendicante que va de puerta en puerta con su burro y su saco pidiendo limosna, el fraile de Filipinas derramaba á manos llenas el oro entre los pobres indios...

Pero era uno de esos hombres que son ya maduros a los veinte años, y Raúl, que se creía más joven, no tomó la frase por un cumplimiento. En fin, una noche, creyó oír a la marquesa de Luchessi pronunciar detrás del abanico el epíteto de «Viejo verde». ¿Iba él a representar el papel del tío Neris o tendría que resignarse a desistir de todo?...

SORBETE DE MELOCOTÓN. Se toman melocotones muy maduros; se cortan a pedazos, se tiran los huesos, y a los pedazos se les da un hervor en un cazo con un agua. Se pasan por un tamiz, procurando pase toda la pulpa, añadiéndole por kilo de melocotones medio de azúcar que se habrá deshecho en el fuego con un poco de agua.

En cambio, recogieron diez o doce cocos y los partieron a hachazos. Como no estaban todavía maduros, sólo pudieron sacar de ellos el jugo, que es un agua fresca y azucarada, y un poco de la pulpa blanquísima de que está la cámara revestida por la parte interior.

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando