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Actualizado: 4 de junio de 2025


¡Salir! exclamó la mística tan asustada, que Clara se arrepintió del consejo ¡Salir! y ¿á dónde? Pues ... quiero decir ... que usted debe procurar ... pues.... Cuando se está mucho tiempo encerrada en la casa, la salud se quebranta ... así es que ... siempre es bueno ... salir un poco....

La miró y la vió llorar; miró á todos, buscando en aquellas caras de pergamino la solución de tan gran misterio; pero ninguna le reveló la culpa de la muchacha, ni aun la cara de la devota, que, después del sermón, volvió á fijar en él, desde el fondo sombrío de la sala, el intenso rayo de su mirada escrutadora y ansiosa, suficiente á turbar á otro menos tímido. #Rosa mística.#

Cervantes, el gran maestro de nuestra literatura, tampoco quiso atacar al honor y al heroísmo en su inmortal Quijote. Aunque yo piense que la esencia del Cristianismo es caridad y por lo tanto vida activa, entiendo asimismo que sin una fe viva, esto es, sin la unión mística y amorosa de nuestro espíritu con el Creador, la misma caridad no puede beatificarnos.

Pero recobraba el sentido, y a riesgo de nuevo pasmo volvía a la lectura, a devorar aquellas páginas por las cuales en otro tiempo su espíritu distraído, creyéndose, vanamente, religioso, había pasado sin ver lo que allí estaba, con hastío, pensando que las visiones de una mística del siglo dieciséis no podían edificar su alma aprensiva, delicada, triste.

Cinco minutos después, otra de las conspiradoras dijo, recogiendo el dedal que se le había caído: A no me gustan las rosas blancas. ¿Qué significa esto? gritó entonces Rosa Mística, cuyo ojillo negro brillaba como un fanal . ¿Se están ustedes burlando de ? No me gustan las rosas del pitiminí dijo una de las más chicas, ocultándose inmediatamente debajo de la mesa.

En un cuadro que se ofreció de improviso a mis ojos vi una falange de ángeles, mil encantadoras criaturas de esas que sin más naturaleza corporal que una cabeza y dos alas, han creado los artistas para regocijar los asuntos de la pintura mística.

Una gran pasión vino á endulzar los últimos años de su vida, pasión mística que le procuraba goces inefables.

El espíritu se apartó con desdén de la naturaleza; quiso elevarse por cima de la inteligencia y de la causa; pugnó por ir más allá del ser mismo; aspiró a confundirse con el principio inmutable de todo ser. La unión mística, de que tanto me he envanecido, fue sin duda ilusión malsana.

Obdulia, ¡cálmese usted... ¡Cálmese usted! ¡Cálmese usted, por Dios! ¡Levántese usted!... ¡Levántese usted, por Dios!... Su faz blanca, nacarada, estaba cubierta de vivo rubor. Un soplo de emoción delicada y mística corrió por toda la tertulia. Algunas jóvenes también se ruborizaron. Los clérigos se miraron unos a otros.

Humillado ante el altar de los Dolores, y después ante la imagen de San Lesmes, permanecía buen rato en abstracción mística; despacito recorría todas las capillas y retablos, guardando un orden que en ninguna ocasión se alteraba; oía luego dos misitas, siempre dos, ni una más ni una menos; hacía otro recorrido de altares, terminando infaliblemente en la capilla del Cristo de la Fe; pasaba un ratito a la sacristía, donde con el coadjutor o el sacristán se permitía una breve charla, tratando del tiempo, o de lo malo que está todo, o bien de comentar el cómo y el por qué de que viniera turbia el agua del Lozoya, y se marchaba por la puerta que da a la calle de Atocha, donde repartía las últimas monedas del cartucho.

Palabra del Dia

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