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Actualizado: 4 de mayo de 2025
P. ¿A qué número ascenderá aproximadamente la población actual de la ciudad de La Rioja? R. Apenas mil quinientas almas. Se dice que sólo hay quince varones residentes en la ciudad. P. ¿Cuántos ciudadanos notables residen en ella? R. En la ciudad serán seis u ocho. P. ¿Cuántos abogados tienen estudio abierto? R. Ninguno. P. ¿Cuántos médicos asisten a los enfermos? R. Ninguno.
Tenía sobre los otros médicos el mérito de no cobrar sus servicios; antes bien, muchos enfermos salían de su casa con monedas en las manos. El Dotor era rico, el más rico de todo el país, ya que no sabía qué hacer de su dinero.
Parece mentira que se chifle así un hombre de su edad... porque anda ya cerca de los cincuenta; un hombre enfermo... porque los médicos dirán lo que quieran, pero el mejor día hace el crac... ¿Y qué más prueba de su embrutecimiento que estar aquí?... ¿Por qué no se va al extranjero como otros años? Buen pajarraco está.
Luego, la llegada a su casa, las preguntas de la madre, el tráfago de la servidumbre, el cambio de ropas, y, en fin, todos los incidentes de su regreso despertaron la sobreexcitación y la calentura. Los médicos, después de sangrarle copiosamente, ordenaron que le dejasen dormir. Se hallaba, al fin, completamente solo y en su propio lecho. La habitación estaba a obscuras.
Transcurren varios meses, durante los cuales la curiosidad pública, lejos de descaecer con la espera, se exacerba é irrita. De pronto, Coquelin aparece desesperado: Rostand se halla gravemente enfermo de neurastenia; los médicos le han prohibido trabajar.
Después de examinar al enfermo, salieron los dos médicos a conferenciar a la sala; hablaron de «salicidad» y de «patomanía» y se condolieron, con un poco de amargo desdén, del temperamento proclive y relajado de aquella familia.... En el comedor les esperaba doña Rebeca, y entonces Carmen se acercó a Salvador como aguardando algunas palabras amistosas.
Está delicado: no gusta de recibir visitas. ¡Bah! Los médicos entramos donde hay enfermos... Y sin esperar el permiso de la señora, púsose de pie y se dirigió á la puerta que comunicaba el salón con el despacho del millonario. Al levantarse el tapiz, Sánchez Morueta dió un grito de alegría, reconociendo á su primo. ¡Luis! ¡Luisito!... Y le tendió las manos sin abandonar el sillón.
A las dulces armonías de bien acordados instrumentos que resonaban dentro del harem y en los apartamientos de las esposas, han sucedido desgarradores ayes y lamentos; los eunucos y los esclavos mesan sus cabellos á las puertas de la augusta morada; los médicos hebreos mas afamados han agotado los recursos de la ciencia esterilmente, y entregan cabizbajos el ilustre moribundo á los últimos y piadosos obsequios de la sultana favorita, la hermosa Holal, madre de Hixem, la de los ojos negros.
Tenemos ahora en París una colonia rusa, una colonia española, una colonia levantina, una colonia americana, y estas colonias poseen cada una sus iglesias, sus banqueros, sus médicos, sus diarios, sus pastores, sus pobres y sus dentistas.
Como todos los médicos... Y Colmenar se encogió de hombros . ¿Y... qué tal? ¿Haces muchas conquistas en León? ¿Son blandas de corazón las leonesitas?
Palabra del Dia
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