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Actualizado: 28 de julio de 2025


Zurbelcha seguía inclinado sobre su remo y la lancha avanzaba hacia el puerto. Quedaba otra dificultud: el pasar la barra. Recalde, Zelayeta y yo llegamos a la punta del muelle en este momento. El atalayero, desde las rocas, fué dando instrucciones con la bocina a Zurbelcha, y la lancha pasó sin dificultad. Poco después los náufragos estaban en tierra firme.

Seducida mi mujer por don Juan de Guzmán, ella sedujo á uno de los galopines de cocina... estoy seguro de ello... á Cosme Aldaba... y á un paje de la reina... amante de mi hija, como don Juan de Guzmán era amante de mi mujer. Acabad de una vez. Llegamos al crimen.

Doña María exhaló un suspiro en que parecía haberse desprendido de la mitad de su alma, y no dijo más por el camino. Yo tampoco hablé una palabra. Llegamos a la casa, donde con impaciencia y zozobra esperaba a su ama D. Paco.

Dia 11. Este, luego que llegamos, nos mandó dar providencias de ganado, y acampando nuestra gente, paramos hasta el siguiente dia. Esta misma tarde pasó revista á su gente dicho cacique, en que hicieron varias escaramusas y egercicios de á pié y á caballo. Dia 12.

No pudimos salir la barra hasta esta dia, sin embargo de haberse largado para este fin el dia 28 del antecedente mes, lo que hicimos por 13 palmos de agua, y con felicidad llegamos el dia 18, donde hallamos la noticia de haber D. Juan de la Piedra seguido viage á Buenos Aires, y que se hallaba comandando aquel establecimiento D. Francisco de Viedma.

El general, viendo el mal éxito de su embajada, marchó con todas sus fuerzas, distribuidas en cuatro escuadrones: llegamos al rio Ipané, que es tan ancho como el Danubio; tiene medio estado de hondo, y en algunas partes mas: crece con las inundaciones, tanto algunas veces, que no se puede andar por tierra.

Allí estuvimos dos dias, y nos dieron dos indios Cários que habian cautivado, para que nos serviesen de guias é intérpretes. Llegamos á los Galgaisi y Macurendas. Proseguimos nuestro viage; llegamos á otra nacion llamada Galgaisi, que podia poner 40,000 indios de guerra.

Llegamos a la señorita Fernández. ¡Esa ! exclamó la buena señora. ¡Esa me gusta! ¡Tan bonita, tan inteligente, tan buena, tan sencilla! Es rica, y tiene la sencillez de una pobre; es inteligente e instruída, y no hace alarde de ello; es hermosa, y no está pagada de su belleza. ¡Ay Rorró! agregó después de elogiar con mucho entusiasmo a la niña. Es una perla. Así quiero una mujer para .

Por este brazo estrecho, y chico rio Llegamos con favor de la marea A la primera casa, y al buhio, Que es dicho Tabobá, de paja y nea. Los indios luego salen con gran brio, Con arcos y con flechas de pelea, Y viendo los rescates acudieron, Y mucho bastimento nos vendieron.

Fui; llegamos a su posada, y dijo: «Ea, quite la capa vuacé, y parezca hombre, que verá esta noche todos los buenos hijos de Jevilla. Y porque no lo tengan por maricón, ahaje ese cuello y agobie de espaldas; la capa caída, que siempre nosotros andamos de capa caída; ese hocico, de tornillo, gestos a un lado y a otro; y haga vucé de las j, h, y de las h, j.

Palabra del Dia

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