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Actualizado: 1 de julio de 2025
10 Muchos serán limpios, y emblanquecidos, y purgados. 12 Bienaventurado el que esperare, y llegare hasta mil trescientos treinta y cinco días. 1 Palabra del SE
Crónica de Alfonso XI, págs. 177 y siguientes; Madrid, 1787. Ya las Siete Partidas hablan de las obligaciones de los caballeros de tal suerte, que nos hacen acordarnos de Amadís ó de Palmerín de Inglaterra. El caballero debe usar vestidos limpios y brillantes, y en las ciudades largo manto que los envuelva, para inspirar al pueblo mayor respeto.
En una maleta, los periódicos ilustrados con sus biografías, los libros que había escrito y los retratos que debía regalar con dedicatorias; en otra, los artículos de la misa, guardados en estuches con forros de terciopelo, bien cuidados, desmontables y limpios, como útiles profesionales. Una cabeza avanzó junto a la de Maltrana, pegándose al vidrio, al mismo tiempo que un codo tocaba el suyo.
13 y alzaron la voz, diciendo: Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros. 14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció, que yendo ellos, fueron limpios. 15 Entonces uno de ellos, como se vio que estaba limpio, volvió, glorificando a Dios a gran voz; 16 y se derribó sobre el rostro a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.
Pues como viera los alumnos de la Escuela Pía, con su uniforme galonado y sus guantes, tan limpios y bien puestos que parecían caballeros chiquitos, se los comía con los ojos.
El mendigo se viste como el lord, con la casaca del conde ó baronet, del banquero ó del ministro, con la diferencia de que los vestidos de estos son brillantes, limpios y magníficos, miéntras que sobre los miembros del obrero enhambrecido ó del indigente que pide limosna están asquerosos y hechos hilachas. El espíritu aristocrático y la vanidad los explican.
En un tonelillo depositaban las sobras de ciertas casas, cuyos amos eran limpios y se acordaban de los pobres, cuidando de guardar aparte los restos de la cocina.
Rebuscó en todos sus bolsillos hasta dejarlos limpios, distribuyendo a ciegas las piezas de plata entre las manos ávidas y en alto. Ya no hay más. ¡Se acabó el carbón!... ¡Dejadme, guasones!
Despreció un consuelo, una ilusión postrera que otros, ya también un poco viejos, ya también un poco tristes, van buscando afanosamente por el mundo y no los encuentran... Y Pepita ha bajado sus hermosos ojos limpios y azules.
28 Y el que los quemare, lavará sus vestidos, lavará también su carne con agua, y después entrará en el real. 30 Porque en este día se os reconciliará para limpiaros; y seréis limpios de todos vuestros pecados delante del SE
Palabra del Dia
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