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Actualizado: 21 de julio de 2025
Me hallaba en una de estas ocasiones. La verdad es que llovía sin gran aparato, pero de un modo respetable. Los transeúntes pasaban ligeros por delante de mí, bien guarecidos debajo de sus paraguas. Alguno que no le llevaba, vino a buscar techo a mi lado. Todavía aguardé unos instantes presa de horrible incertidumbre.
15 sus pies son ligeros a derramar sangre; 17 y camino de paz no conocieron: 18 no hay temor de Dios delante de sus ojos. 21 Pero ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y por los profetas; 22 la justicia, digo, de Dios por la fe de Jesús el Cristo, para todos y sobre todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
Los caballos cordobeses merecen sin duda esa fama, en cuanto á su fuerza y valor, su brio y resistencia y la belleza relativa de sus formas; pero en lo general carecen de suavidad de boca, y léjos de ser delgados y de contornos ligeros tienen una redondez que no me parece graciosa.
19 [Cof]: Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo; sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron emboscada. 20 [Res]: El resuello de nuestras narices, el ungido del SE
Hoy, al reconocer que fueron sueño, reconozco también la vanidad de tales satisfacciones, aun cuando sean reales. El sabio lo ha dicho: que ni la carrera es de los ligeros, ni la guerra de los fuertes, ni el pan de los sabios, ni las riquezas de los doctos, ni la gracia de los artífices; sino el tiempo y la casualidad en todo. De mis victorias y de mis triunfos no debo, pues, jactarme.
Muchos de los contrarios les siguieron dando voces y arrojándoles piedras; pero los fugitivos andaban muy ligeros y lograron refugiarse en la calle de la Gorguera, metiéndose en el portal de la casa en que uno de ellos vivía. Cerraron cuidadosamente por dentro.
Al parecer, don Jorge escuchaba con apacible fruición; pero se interesó especialmente por la suerte de As-quiles, como el Inocente persistía en denominar a Aquiles, el de los pies ligeros. De este modo, con poca comida, mucho Homero y el acordeón, transcurrió una semana que con paciencia soportaron los fugitivos.
Pasaba largas horas meditando con los codos en la mesa, pero atento al mismo tiempo á un susurro de ligeros pasos que podía sonar de un momento á otro en el corredor inmediato. Todo lo sabía: la trigonometría esférica y rectilínea, la cosmografía, las leyes de vientos y tempestades, los últimos descubrimientos oceanográficos.
Los saltadores son los más intelectuales y elegantes de los arácnidos. No son metódicos, no son extáticos. Corren, brincan, se mueven prestamente. No fabrican urdimbres donde permanecer hastiados; no labran agujeros donde esperar aburridos. Son mundanos, son errabundos. Vagan ligeros por las puertas y por las paredes soleadas. Persiguen las moscas; las atrapan saltando.
Al cabo de media hora, poco más ó menos, se escuchan ligeros pasos por la estancia; ábrese lentamente la puerta y una voz que aspira inútilmente á ser discreta y suave dice: Señorito... señorito Octavio. ¡Eh!... ¡cómo!... ¿quién va? Soy yo, señorito... ya son las nueve.
Palabra del Dia
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