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Actualizado: 18 de julio de 2025


Los tres chicos del capataz de la fundición de hierro salieron batiendo marcha sobre una plancha de latón, y pronto se agregaron a ellos, para aumentar tan dulce orquesta, los dos del tendero, tañendo esas delicadas sonatas de Navidad, que consisten en descargar golpes a compás sobre una lata de petróleo. Eran estos enemigos del género humano pequeñuelos y sucios.

Al cuarto de hora vio al muchacho que venía aproximándose disimuladamente a la verja, dando puntapiés a un bote de hoja de lata que encontró allí cerca: entonces ella se ocultó tras uno de los pilares de mampostería que había en los ángulos del invernáculo y, cuando el chico se acercó a meter la mano por entre los barrotes de la verja, salió de su escondite, diciendo: Oye, Pateta.

Por fin se enteró. «Hoy no llevo más que media libra de falda para el cocido y una chuletita de lomo. Señor Paco, pésemelo bien». Tome usted, simpatía, y mande. También compró dos onzas de tocino; luego una brecolera en el puesto de verduras de la carnicería, y en la tienda de la esquina, arroz, cuatro huevos y una lata de pimientos morrones.

Yo me acosté con harta tristeza, y el soldado llamó al huésped y le encomendó sus papeles en las cajas de lata que los traía, y un envoltorio de camisas jubiladas. Acostámonos; el padre se persinó, y nosotros nos santiguamos de él. Durmió; yo estuve desvelado trazando cómo quitarle el dinero. El soldado hablaba entre sueños de los cien reales, como si no estuvieran sin remedio.

El dueño del tenducho de las Cambroneras pareció apiadarse de su miseria, aceptando todas las promesas de pronto pago. La inclemencia del tiempo ablandaba al tendero, y el joven logró subir con dos panes, una botella de vino, queso y una lata de sardinas. Fiesta completa. Después de comer, sintió un renacimiento de su amor a la vida.

Alojaba acaso aquella noche en la venta un cuadrillero de los que llaman de la Santa Hermandad Vieja de Toledo, el cual, oyendo ansimesmo el estraño estruendo de la pelea, asió de su media vara y de la caja de lata de sus títulos, y entró ascuras en el aposento, diciendo: ¡Ténganse a la justicia! ¡Ténganse a la Santa Hermandad!

ARROZ CON MENUDILLOS. En aceite o manteca se fríe cebolla y los menudillos; se echa después el arroz y el caldo necesarios; puede agregarse unas tiritas de pimiento de lata.

No fue cura de los de carrera breve, que sólo estudian rudimentos de latín, filosofía mermada y algo de moral jesuítica, sino que siguió la carrera lata, empapándose de Teodicea, Patrología, Hermenéutica, Derecho Canónico y Disciplina Eclesiástica, hasta el doctorado en Teología, en todo lo cual trascurrieron ocho años, al cabo de los que se ordenó de menores.

Y más vale así, porque mis compatricios me han desesperado tanto, que si yo lo hubiese tomado más por lo serio, hubiera sido cosa de armarme de una caja de fósforos y de una lata de petróleo y de pegar fuego al lugar. Conque así, mejor es que yo tome a vuecencia por juguete que no me le pegue fuego. Prefiero el fuego a la burla que ahora quieres hacer de .

La moral neoyorquina no es ni más severa ni menos lata que la de cualquier centro europeo; pero es un hecho, que cualquier extranjero habrá podido observar, que, ni aun en las horas de la noche, en el seno de las grandes corrientes de Broadway o de la calle 18 o de la Tercera Avenida, se notan esas solicitaciones repugnantes que hacen imposible a las familias el acceso a los bulevares de París o de ciertas calles de Londres.

Palabra del Dia

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